domingo, 7 de diciembre de 2014

Prisciliano.- Las herejías del siglo IV

 Si existen dudas de que los restos del Apóstol Santiago, son los que se conservan dentro del Sepulcro de la cripta de la catedral de Compostela, más controversias genera entre los versados en la historia antigua cristiana gallega, que sean los de Prisciliano, debido a lo siguiente: Por lo ocurrido tanto en los cismas de Oriente como de Occidente que se produjeron en el siglo IV y por lo que nos cuenta Vicente Risco, historiador muy instruido en la historia antigua de los primeros cristianos en Galicia.

En el siglo I después de Cristo, la creencia en la resurrección de los muertos, trajo consigo la construcción de los cementerios. Estaban situados en las afueras de los castros y ciudades celta-romanas. En un principio eran privados, (enterraban a los muertos en el jardín de su casa), pero a medida que iba en aumento el número de cristianos, se fueron haciendo públicos. Estructuralmente eran simples tumbas, situadas a muy poca profundidad, con lauda e inscripción de las personas que reposaban en ellas, con edículo o capilla en la superficie cuando cobijaba a personas importantes. A veces bajo el edículo situaban criptas, con sepulturas múltiples alineadas en los muros laterales en nichos rectangulares.

Por temor a que las tumbas fuesen profanadas o por cuestiones de higiene, los cementerios superficiales se fueron transformando en necrópolis subterráneas, dando lugar al segundo monumento funerario del arte paleocristiano: las catacumbas.

No sabemos a ciencia cierta si Prisciliano fue sepultado en un camposanto público o en un cementerio privado.

Los partidarios de que el cadáver decapitado que está dentro del sarcófago en la cripta de la catedral compostelana es el de Prisciliano, se apoyan en que por tratarse de un hereje, los ortodoxos cristianos no permitirían enterrarlo en un camposanto. Entonces, a sus discípulos no les quedaría otra opción que depositar su cuerpo dentro de un sepulcro bajo tierra en un campo (Compostela) y levantar sobre la tumba una pequeña capilla exterior, construcción muy frecuente en tiempos de los primeros cristianos, alzada sobre sepulturas de personas importantes. Al tardar tres o cuatro siglos en encontrar la tumba, (año 818 d. C.), al deteriorarse la capilla, se convertiría en un simple montón de escombros, cuyos restos afloraban en lo que era por entonces el bosque de Libretón.

El emperador Constantino el Grande, una vez que se hizo con el poder absoluto del Imperio romano; el año 3l3 por un simple Edicto promulgado en Milán, dio libertad de culto en todo el Imperio, reconociendo a la iglesia cristiana y convirtiendo al cristianismo en su propio culto. Como el paganismo no desapareció del todo, por cierto tiempo se mantuvieron los dos cultos y el Emperador al amparo de la iglesia cristiana, continuó ostentando el título de Máximo Pontífice, afianzándose como jefe del clero pagano.

El emperador Teodosio el Grande, por un Edicto publicado el 8 de noviembre del año 392, elevó al cristianismo a iglesia oficial del Imperio romano, prohibiendo todo culto pagano.

Esto dio lugar a que los cristianos se hiciesen con el poder religioso del Imperio romano e incluso con el poder político. Libres de trabas y persecuciones comenzaron los patriarcas de Oriente, a interpretar las naturalezas de Cristo y su Doctrina de distinta manera, aparecieron así una serie de doctrinas como el arrianismo, el monofisismo y el nestorianismo, conocidas como los cismas de Oriente y que la iglesia no tuvo otra elección que considerarlas herejes. En Occidente sucedió una cosa similar y las herejías ocuparon sobre todo la Aquitania al sur de Francia y la parte noroeste de la península Ibérica.

En el año 323 surgió el primer cisma en Egipto, conocido con el nombre de arrianismo, por defenderlo Arrio, un presbítero de una de las iglesias de Alejandría. El arrianismo negaba la divinidad del Verbo. Mientras que para los cristianos el Verbo, hijo de Dios, es verdaderamente Dios lo mismo que el Padre. Según Arrio el Verbo solo posee una divinidad secundaria o subordinada; el Verbo no es realmente Dios, eterno, infinito y todo poderoso.

Constantino el año 325 convocó el concilio de Nicea para condenar la herejía de Arrio, y declaró un símbolo que definía la auténtica fe cristiana: “Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos, Dios de Dios, luz de luz, engendrado, no creado etc.…El credo cristiano.

La segunda doctrina herética o segundo cisma de Oriente fue el monofisismo, que partió del consejero religioso de la corte de Constantinopla, Eutiques, y la defendía el patriarca de Alejandría, Diásporo, apoyado por la escuela de teología de Alejandría. Según ellos, de las dos naturalezas de Cristo, siguiendo el misticismo egipcio, solo tenían en cuanta la Divina, sin darle importancia a la humana. Cristo era Dios Divino y Sobrenatural y no hijo de Dios hecho hombre en la tierra.

La doctrina del monofisismo encontró fuerte oposición en Antioquia, y el patriarca de Constantinopla, Nestorio, adicto a la escuela de teología de Antioquia, proclamó: que Maria no era la madre de Dios, sino madre de Jesús como hombre y sus partidarios apoyándose en el racionalismo griego, llegaron a no ver en Cristo mas que un hombre inspirado por Dios, y de las dos naturalezas de Cristo solo reconocían la humana.

La Santa Sede consideró heréticas a estas dos últimas doctrinas. Para condenar al nestorianismo el año 431 convocó un concilio en la ciudad de Efeso. El concilio fue muy positivo para la iglesia ortodoxa de Cristo ya que sus partidarios, tras el concilio no tuvieron otra opción que emigrar a Persia en donde los sasánidas crearon un pequeño reino nestoriano; a la India y a China extendiendo por sus territorios la doctrina condenada por la iglesia de Roma.

Desaparecido del Imperio el nestorianismo, quedaba el monofisismo, exaltando mucho la Divinidad y la Sobrenaturalidad de Cristo, muy difícil de combatir por la iglesia de Roma, ya que muchos de los cristianos de entonces consideraban la naturaleza Divina de Cristo muy superior a la humana. Aún así no fue obstáculo para que la iglesia de Roma, considerase a la doctrina como herética y la condenase en el concilio de Calcedonia, una vez fallecido el emperador Teodosio II el año 450 después de Cristo. Allí multitud de prelados y doctores de la iglesia, acordaron en el concilio el año 451, la siguiente definición en relación a las naturalezas de Cristo “El Verbo divino hijo unigénito de Dios, nacido de la Virgen Maria, en cuanto a su naturaleza, presenta dos naturalezas, sin mezcla ni confusión, sin separación ni división”.

El mismo Pedro y demás Apóstoles nos venían a decir: que ellos veían que Jesús, comía y bebía como cualquier hombre, pero que hacía cosas sobrenaturales que no estaban al alcance de cualquier hombre. El concilio fue un auténtico fracaso y la doctrina que actuaba en Egipto y Siria como iglesia soberana, se siguió practicando igual que antes del concilio, desde que el emperador Teodosio II hijo de Arcadio la había reconocido como iglesia oficial del Imperio romano. Se extendió por la mayor parte del territorio del Imperio bizantino, llegando a la corte de los sucesores de Teodosio que la siguieron manteniendo como iglesia oficial del Imperio romano de Oriente, Originando graves perjuicios a la iglesia de Roma.

Viendo que el monofisismo se imponía cada vez más, el papa León I (440-461) se alzó contra la doctrina sacando a la luz una Encíclica, viniendo a decir: que las dos naturalezas se unen en la figura de Cristo a un mismo tiempo sin mezclarse: Dios verdadero, hombre verdadero; Dios perfecto, hombre perfecto etc.

Tampoco fue suficiente la Encíclica del Papa León I, a pesar de ser uno de los más grandes papas con que contó la iglesia de Roma, fue canonizado como Santo y se le conocía como San León I el Magno.

Los monofisistas le contestan al Papa, presidiendo la mayor parte de las iglesias cristianas de Oriente, con crucificados en donde aparecía Cristo en la cruz vivo, con rostro alegre generalmente con barba, coronado como rey de reyes, vestido con una larga túnica hasta los pies, ceñida a la cintura por un cíngaro y con los pies desnudos separados en el supedáneo de la Cruz. A esta representación de Cristo en la Cruz, se le vino a denominar Visión Triunfalista de Cristo o Dios Divino, ya que al ser sobrenatural que todo lo puede, no sufriría en la Cruz. De ahí que lo coronan confiriéndole un gran poder y lo visten con una túnica como símbolo de pureza, sin signos de sufrimiento en el rostro y con los pies desnudos-descalzos separados en el supedáneo de la cruz como símbolo de humildad y pobreza. El monofisismo por lo tanto siguió como iglesia oficial en Oriente hasta que el emperador Constantino IV (654-685), para no perder la potestad de intervenir en la elección del papa, lo repudió, desapareciendo oficialmente para siempre, reconociendo la supremacía del papa; y el Imperio repartía el poder, quedando el temporal en manos del emperador y el espiritual en la persona del papa.

Los cismas no se limitaron a Oriente, aun con menos consecuencias para la santa Sede, también existieron en Occidente. En relación a la antigua Gallaecia, que es la que nos interesa. En el siglo IV en Oriente en donde se encontraba el centro de la cultura, los cristianos habían extendido una doctrina esotérica (oculta, secreta), que no se le comunicaba más que a los elegidos (Pneumáticos o espirituales), su objeto era intentar explicar el sentido oculto de los libros sagrados y de los dogmas del cristianismo. Esta doctrina se denominaba en griego” Gnosis”-conocimiento en el gnosticismo y corrientes afines, saber absoluto, superior al saber vulgar, reservado a los iniciados-. De aquí nacen una multitud de ideas heréticas, que acarrearon una gran perturbación al seno de la iglesia.

Los sistemas de Cerinto, contemporáneo y rival de San Juan, al que se le atribuye también el libro del Apocalipsis; de Meandro y de otros explicaban el origen de los seres por emanación de la sustancia divina. Y en Persia Manes, transformó la doctrina de Zoroastro conocido también por Zaraustra, -reformador religioso iraní que propagó su doctrina por todo el Irán, que Según la leyenda murió asesinado-. La doctrina de Manes (que también murió crucificado por orden del rey persa Abraham I) igual que la de Zaraustra parte de la existencia de dos clases de divinidades: dioses y demonios, potencias del bien y del mal. El hombre debía de apartarse de las potencias maléficas, mostrándose puro, y merecer de este modo después de la muerte, la luz y no las tinieblas en un sentido que la aproximaba al Cristianismo; estableciendo la oposición eterna de Dios y el Reino de la luz, por una parte y Satán y el reino de las tinieblas, perturbador de la obra divina por otra. Tal fue el “Maniqueísmo”, que alcanzó gran éxito tanto en Oriente como en Occidente.

Señales de estas doctrinas llegaron a Galicia.

Gnosticismo: sistema filosófico religioso, cuyos adeptos pretendían poseer un conocimiento completo y trascendental de todo. Pretendían resolver todos los problemas relacionados con la divinidad, el hombre y el mundo. Se trataba de un conocimiento intuitivo, mediante una iluminación espontánea y definitiva reservada a ciertos iniciados, y que contenían en si mismo la salvación.”El individuo ha de salvarse mediante la iluminación y no por medio de la fe y de las obras”.

Los gnósticos sentían una predilección especial por la emanación, para ellos la materia es esencialmente mala, esto lleva consigo a que el cuerpo humano sea malo. Los gnósticos cristianos fundándose en esta tesis, negaban los dogmas de la resurrección y de la encarnación. El gnosticismo formaba pequeños grupos de iniciados dentro de las diversas religiones, desde este criterio fue la más peligrosa de las herejías de su tiempo. Tuvo innumerables ramificaciones, una de ellas se desarrolló en la Galicia del siglo IV.

A finales del siglo IV, Filastro de Brescia señala la presencia del gnosticismo en las Galias, en Aquitana y en España. Existían unos sectarios llamados” abstinentes” que despreciaban los alimentos e intentaban separar a los esposos, venían a decir que el alimento y el matrimonio eran obra del diablo. Por eso Filastro les llama gnósticos y maniqueos.

De los escritos de Prisciliano se desprende la existencia en Galicia de una hermandad de “quasi-abstinentes”, compuesta por clérigos, hombres y mujeres solteros y casados, gente devota dedicada a las practicas ascéticas, (vida austera) oraciones y lecturas, que llevaban vestido de penitentes, ayunaban en días que no eran de precepto, se abstenían de carnes y tenían conciliábulos de noche, para interpretar los diversos apócrifos y la escritura, y que predicaban en la iglesia.

Puede que muchas prácticas ascéticas tuvieran tradición también en Galicia: San Epifanio refiere que el apóstol Santiago guardó perpetua virginidad, jamás se cortó el cabello, ni hacía uso del baño, ni de alimento animal y no llevó puesta -mientras estuvo en Galicia,- más que una túnica y un manto de lino.

Tres padres de la iglesia: Sulpicio el Severo, San Jerónimo y San Isidoro, nos dicen que a mediados del siglo IV llegó de la Aquitana a la Gallaecia un Egipcio llamado Marcos de Menfis, maniqueo (maniqueísmo doctrina seguida por los discípulos de Manes, fundada en la coexistencia de dos principios opuestos: el del bien y el del mal) dedicado a las artes mágicas, que fue discípulo de otro Marcos, gnóstico y seguidor de San Valentín, fundador de la gnosis “marcosiana”, descrita por San Ireneo. Marcos de Menfis tuvo por discípulo entre otros a Prisciliano.

A Prisciliano (300-385) lo definen como un” gallego noble y rico, erudito y elocuente, sufridor del hambre y de la sed y sabedor de las artes mágicas”. Lego converso y neófito, comenzó el año 379 a predicar el ascetismo (impone al hombre una vida austera, de renuncia a todas las cosas terrenas y lucha constante contra los instintos carnales. Está inspirado en otro principio: el de la caridad. Es una renuncia a todo aquello que pueda desviar el alma de la perfección evangélica).Y atacar la conducta licenciosa (contraria a las prácticas sexuales) de los clérigos. Su doctrina atrajo tanto a nobles como a plebeyos y sobre todo a las mujeres, que se entregaban a su guía espiritual. A su causa se unieron Instancio Y Salviano y los quasi-abstinentes lo consideraron su jefe y el movimiento ganó a toda Galicia y se extendió por la Lusitana y la Bética.

 El clero se inquietó: Higinio, obispo de Córdoba se quejó a Hydacio metropolitano de Mérida y ambos comenzaron a combatir sin éxito a los priscilianistas.

El año 380 un concilio celebrado en Zaragoza, prohibió predicar a las mujeres (los priscilianistas les habían tocado las fibras más sensibles y que más le dolían a la iglesia: ordenar a las mujeres, que no solo les ayudaban en su labor y en los actos litúrgicos, sino que incluso podían consagrar).

A los hombres les impusieron ciertos sacrificios como ayunar los domingos, caminar descalzos etc. A los clérigos usar el estado monacal, recibir a los excomulgados. No se sabe con certeza si el concilio excomulgó a Prisciliano. El encargado de que se cumpliesen los decretos fue Ithacio, obispo de Ossonoba, en Lusitana.

Higinio de Córdoba se pasó a los priscilianistas e Ithacio lo excomulgó. Instancio y Salviano consagraron a Prisciliano obispo de Ávila. Hydacio metropolitano de Mérida e Ithacio acudieron a los jueces imperiales y obtuvieron del emperador Graciano (367-383) una Orden desterrando a los seguidores de Prisciliano.

Prisciliano y Salviano acudieron a pedir justicia a Roma, fueron rechazados por los obispos San Defino y San Ambrosio y por el papa San Dámaso I (366-384), sin que le permitiesen manifestar al Pontífice, que su doctrina no se apartaba de la Santa Sede, sino que le añadía ciertas prerrogativas que en una península dominada, lo único que hacían era engrandecer la iglesia de Roma; no le escucharon y los obispos se ingeniaron para obtener por medio del Magíster de la Cancillería Imperial, Macedonio, la renovación del rescripto de destierro de Graciano. Por su parte, parece ser que el papa y los obispos no los condenaron formalmente.

Estando en Roma, murió Salviano, Prisciliano retornó a la península Ibérica y el procónsul de Lusitana, Volvencio le permitió instalarse en su diócesis. Con la protección del poder político, los partidarios de Prisciliano reaccionaron contra sus enemigos, Ithacio tuvo que huir, apelando al emperador, pero Macedonio lo mandó prender.

Mientras tanto en Roma, el usurpador Magnus Máximo (383-388), derrocó a Graciano. Teodosio, el general de Graciano se desplazó a Occidente y pudo destituir a Máximo el año 388, colocando emperador al hermano menor de Graciano, Valentiano II, pero durante esos cinco años que Máximo fue emperador, Teodosio le cedió las Galias y España. Ithacio acudió a Máximo que remitió la causa primero al Sínodo (Concilio de los Obispos) de Burdeos y después a pesar de las protestas de San Martín de Tours, al prefecto Evodio.

De todas formas, a Prisciliano no lo juzgó el clero, lo juzgó el poder político del emperador, teniendo en cuenta las acusaciones de la Santa Sede.

En el Tribunal, Prisciliano y sus compañeros fueron convictos de delitos comunes: hechicería, maleficio (que desde Diocleciano, condenaban las leyes romanas con pena de muerte), conciliábulos obscenos, orar desnudos, etc. Evodio remitió las actas al emperador, que abrió nuevo juicio, que se llevó a cabo en Tréveris, residencia oficial de Máximo.

Prisciliano fue condenado a muerte el año 385 y decapitado en Tréveris, junto con algunos de sus clérigos y diáconos. Sus enemigos no gozaron de su triunfo: Ithacio, fue excomulgado, depuesto en el año 389 y desterrado por Teodosio y Valentiano II, e Hydacio tuvo que renunciar a la dignidad episcopal.

Sus seguidores,-nos dicen-, que aun recibiendo amenazas de Roma, recuperaron el cuerpo descabezado de Prisciliano y lo trajeron a la Hispania y su herejía se propagó por todas partes. Muy pronto la tumba del mártir hereje, se convirtió en lugar de masivas peregrinaciones. La iglesia hizo un gran esfuerzo para terminar con esta tradición, pero no fue la Iglesia la que consiguió que el sepulcro quedase en el olvido, sino la invasión árabe a la Península a principios del siglo VIII.

Recorrí toda Galicia y gran parte de Portugal, en busca de algún escrito que hiciese alusión al lugar en donde fue sepultado Prisciliano. Me parece un sin sentido que sus seguidores eligiesen un asentamiento romano, en el que es de suponer que a finales del siglo IV, se practicaría la religión cristiana ortodoxa, para dar sepultura a un hereje; y que ese lugar fuese el mismo en donde tres siglos antes, Teodoro y Atanasio habían dejado el cuerpo sin vida de su maestro Santiago.

Seria muy importante saber que vestigios halló, dentro del sarcófago del Apóstol el eremita Pelagio, para asegurar rotundamente que la Tumba era la de Santiago. El hecho de que el cadáver estuviera decapitado, no era suficiente, tuvo que encontrar algún objeto propio del discípulo de Cristo, para que su descubrimiento generase crédito en la población de entonces.

Existen además otros sucesos y acontecimientos importantes dentro del mundo islámico En primer lugar los árabes permitían la libertad de culto, en todo el territorio conquistado en la Península. Los mozárabes vivían en medio de los musulmanes y nadie les prohibía practicar su religión. En segundo lugar está el hecho de que los islámicos no llegaron a conquistar el norte de la península Ibérica, desde la Alta Cataluña hasta Galicia. A Compostela concretamente solo llegó el emir Abd al Rahman II, sobre el año 850 y mas tarde el caudillo Almanzor que en la segunda mitad del siglo X, llevó a cabo una expedición de castigo contra los reinos cristianos, pero sus estancias en la ciudad fueron efímeras.

Por lo tanto, sea el sepulcro de Santiago o el de Prisciliano, no quedó en el olvido, como hacen constar algunos autores, con la llegada de los árabes a la Península a principios del siglo VIII. La vía Norte de las peregrinaciones, paralela al mar Cantábrico, no dejó nunca de ser transitada por los peregrinos desde que la Hispanía quedó totalmente cristianizada a finales del siglo III, tanto antes de que llegaran lo musulmanes a la Península como en todo el tiempo que ocuparon su territorio, desde principios del siglo VIII hasta finales del siglo XV, prosiguiendo hasta nuestros días.

La leyenda negativa nos viene a decir: una vez que los reyes asturianos cristianos se hicieron con las tierras de Galicia, para vengar sus herejías, transformaron el sepulcro de Prisciliano en el sepulcro del apóstol Santiago el Mayor, hermano de San Juan Evangelista , hijos del pescador Zebedeo y de Maria Salomé, dotándole de una bellísima leyenda cargada de milagros que justificaran lo imposible, ya que Santiago no había venido nunca a la Hispania, como se demostraba en los Evangelios y en los Hechos de los Apóstoles, ni su cuerpo decapitado por orden de Herodes Agripa, había regresado a Galicia desde Jerusalén en una barca de piedra empujada por el viento.

Ahora bien, algunos libros de entonces no admitidos por la iglesia si que nos hablan de la venida del Apóstol a Galicia, en mi futura conversación con Teodoro en Damasco, un libanés reencarnado en la figura del discípulo de Santiago, me dará suficientes pruebas de cómo fue degollado Santiago y como él y otros discípulos, lo trajeron hasta Galicia, dentro de un sepulcro de piedra en una barca de madera.

Si este no es el Sepulcro del apóstol Santiago, ¿Que objeto tienen las peregrinaciones con miles de personas que plenas de fe, acuden a Compostela a recibir la gracia que desean alcanzar?.


Haré todo lo posible para descifrar el enigma de la venida del Apóstol a la Hispanía romana, no sé como recibiré los conocimientos de tan misterioso acontecimiento, de lo que estoy seguro, es que lograré saber la verdad por boca de alguno de sus discípulos, que vivieron con El la extraordinaria aventura de Evangelizar la península Ibérica. El me narrará las vivencias de Santiago en la Hispania.
LA RELIGIÓN Y LA MUERTE EN LAS CIVILIZACIONES ANTIGUAS.

Preámbulo.                                                                                         
    
Que las antiguas civilizaciones estuvieron totalmente condicionadas por su religión, nos lo demuestra que a la hora de interpretar el misterio de la creación, parten de sus dioses, sin recurrir para nada a los mortales. Los griegos la inician con la diosa Gea, los egipcios con el dios Atum y los semitas con Adán y Eva, que antes de pecar eran seres inmortales. 

Los médicos, sobre todo los médicos de familia, tienen fama de incultos. Este sambenito nos lo pusieron los profesores de colegios e institutos sin mala fe alguna. Se apoyaban en que el médico en las zonas rurales, hasta no hace mucho tiempo, tenía que estar las 24 horas de guardia los 365 días del año.

 De esta manera les era imposible recorrer los territorios tanto de la península ibérica, como de otras naciones que fueron cuna de la cultura, para ilustrarse.

Yo comentaba con ellos, diciéndoles que de esta manera, teníamos más tiempo para estudiar el arte y la cultura, pero ellos me respondían que no se puede describir la catedral de Burgos, por ejemplo, sin estar a los pies del monumento y acceder al interior del edificio.

Los tiempos han cambiado mucho y hoy en día el médico es un funcionario mas, con sus horas de trabajo y sus horas de descanso y los fines de semana libres para que los pueda disfrutar. Así que si un médico es inculto será porque no le interesa culturizarse.

La muerte está muy relacionada con los médicos, aunque la misión de estos sea la de impedir que el enfermo se muera.

Ahora bien, a veces cuando un paciente sufre una enfermedad grave, de la que no disponemos hasta la fecha de un tratamiento específico, por mucho que haga el médico, el paciente fallece.

Otras veces es la fisiología propia de la persona, que nace, crece, se multiplica, envejece y muere. Por mucho que se esmere el médico el fallecimiento de la persona es inevitable.

Hasta no hace mucho se creía que al llegar al estado terminal de la vida, las personas fallecían, por oxidación de las células de sus tejidos al ir envejeciendo. En la actualidad después de varios estudios, se cree que fallecemos por intoxicación de las células, y que somos nosotros los que nos auto intoxicamos por ese pensamiento negativo hacia la muerte, que nos han ido mentalizando nuestro padres y antepasados. Ellos nos preparan desde que nacemos para la muerte, influenciados por el pecado original y la inmediata expulsión de Adán y Eva del Paraíso, ya que dichos personajes antes de pecar eran inmortales.

Para los antiguos griegos cretenses, micénicos-aqueos e incluso para los de la época arcaica, las malvadas Pandora y Helena, fueron las culpables, al desobedecer a Zeus, dios supremo del cielo y del universo, de lo que le sucedió a los mortales griegos: enfermedades, hambre, guerra, muerte, maldad, pecado, etc.

¿Quienes fueron las malvadas Pandora y Helena?

Ya hemos dicho que Prometeo tuvo la osadía de enfrentarse a Zeus: sustrajo el fuego del cielo y se lo entregó a los mortales, Zeus encolerizado por el ultraje (el fuego era un don exclusivo de los dioses), castigó no solo a Prometeo sino que también a los mortales por recibirlo.

A Prometeo lo ató a una roca en un monte para toda la eternidad, cada día un águila devoraba su hígado, órgano que se regeneraba durante la noche de nuevo.

Por otra parte Zeus castigó también a los hombres por haber recibido y aceptado el fuego que les había proporcionado Prometeo. Para castigar a los hombres, Zeus hizo que su hijo Hefesto, el dios herrero del Olimpo crease un nuevo ser a imitación de las diosas femeninas: una escultura de bronce tan bella que al observarla Zeus, decidió insuflarle vida, nació así una mujer tan hermosa como terrible, la primera mujer mortal. Zeus la envió a la tierra con una vasija (La caja de Pandora), con el expreso mandato de que no se abriera nunca. Los hombres, seducidos por su hermosura, la acogieron entre ellos, pero no pasó mucho tiempo antes de que Pandora abriese la vasija secreta, como Zeus había previsto, (la curiosidad de las mujeres las debía de conocer muy bien Zeus), dejando escapar de su interior todas las desgracias que habían de afligir a los humanos en lo sucesivo: la guerra, el hambre, las enfermedades, la maldad y la muerte. Tan solo quedó en el fondo la vasija la esperanza o tal vez fuese la última en salir de la vasija. De ahí que se diga aún hoy en día que la esperanza es lo último que se pierde.

Helena, hoy está demostrado que fue un personaje de carne y hueso, era hija de Tíndaro, rey de Esparta y de su mujer Leda, aunque para esta era hija de Zeus, ya que la noche que se acostó con su marido lo hizo también con el gran Dios. Sus relaciones con París hijo ilegítimo del rey de Troya Príamo, dio lugar a la guerra de Troya mitológica.

Eva, según la tradición cristiana, inspirada en la religión semítica, va a ser también la culpable de que por desobedecer a  su Dios(Yahvé), nos ocurra lo mismo que a los humanos mortales griegos, que desobedecieron a Zeus: las enfermedades, el hambre, el dolor, el pecado, la muerte etc.

De ahí que el mito del Pecado Original, haya llegado hasta nuestros días con la tan frecuente violencia contra la mujer, (violencia de género) debido a que factores religiosos, culturales y sociales, la culpabilizan de ser la inductora de la desobediencia a Dios con su correspondiente castigo sobre el hombre.

En la actualidad, gracias a Darwin, apoyado en la genética, se desmitifica la idea de que sea la mujer, la culpable de los males del mundo a través del Pecado Original, ya que para el sabio científico, nuestra genealogía parte por lo menos de dieciocho mujeres distintas. Aún así, la violencia contra el sexo femenino persiste y costará muchos años desterrar y borrar la gran mancha del Pecado Original.

Para los griegos, los mitos de Pandora y Helena tenían una fácil explicación: Las mujeres bellas son siempre conflictivas, no sólo para su consorte, sino para la sociedad en general; esta idea perdurará hasta nuestros días. Ahora bien, al modelo negativo que encarnan estas dos mujeres, había que contrarrestarlo con otro modelo positivo de mujer, y este modelo lo encontramos en los mitos de Penélope, con un gran amor y fidelidad a su marido, Ulises; y en Alcestes, hija de Palias y mujer de Admeto, que aceptó la muerte por salvar a su marido. Se inmola por su marido, al que Apolo le promete la inmortalidad si alguno moría en su lugar. Heracles, viendo la fidelidad de Alcestes, penetró en el mundo de los muertos para rescatarla y devolvérsela a Admeto.

También en la historia de la Biblia, el modelo negativo de Eva, repercute no solo en su consorte Adán, sino en la sociedad en general, que le responsabilizará de todas las calamidades que nos ocurran hasta hoy en día. También había que contrarrestarle con un modelo positivo y este modelo lo encontramos en Ruth, y posteriormente en María, que por sus virtudes Dios la escoge para ser la madre del Hijo de Dios hecho hombre en la tierra. De ahí que se diga que el simbolismo del Pecado Original, según la mentalidad cristiana, podía hacer alusión a una posible victoria del linaje de la mujer a través de María sobre la serpiente. De María nacerá el Mesías Cristo, con Él se vencerá al pecado y al demonio, y se alcanzará la vida eterna.

En el año 476 el godo Odoacro, rey de los érulos, destituyó al último emperador del Imperio romano de Occidente, Rómulo Augusto, y se proclamó rey de Italia. La iglesia de Roma (La Santa Sede) se consideró depositaria de la corona imperial por dos motivos: en primer lugar, para mantener la unidad, y en segundo lugar, para evangelizar a los distintos pueblos bárbaros –heréticos (arrianos que negaban la divinidad del Verbo), que se habían asentado en las distintas provincias de la parte Occidental del Imperio romano. Y crea a Europa, cuyo concepto surge desde Roma; y no va a ser una unidad política ni económica, sino una unidad religiosa cristiana. (a)

Digo esto porque por tradición, el paciente europeo suele ser cristiano. A mí no me sirve para nada que una persona me diga que es atea o agnóstica a la religión cristiana. He conocido a muchas personas que se consideraban ateas y por las circunstancias de mi profesión tuve que atenderlas en los últimos momentos de su vida. Sus últimas palabras eran: “Jesusito de mi vida, Virgen Santísima, ayudadme para que pueda alcanzar el Reino de Dios”.

 Entonces yo me daba cuenta que lo de ateo o era una simple falacia, o que Dios le dio la oportunidad de convertirse antes de morir. Yo los animaba intentando quitarle el temor a la muerte. Era un buen síntoma que Dios le diese esa oportunidad, que indicaba que los recibía en su Reino.

El médico tiene la obligación moral y profesional de proporcionarle al paciente salud y bienestar, pero además debe ayudar y mentalizar al paciente desahuciado (aunque no sepamos nada del más allá) a que su alma alcance la eternidad, como creían los antiguos griegos; que llegue a Osiris y alcance la inmortalidad como entendían los antiguos egipcios; o que resucite en cuerpo y alma como profesaban los semitas.

A los médicos de atención primaria nos envían desde los hospitales pacientes que nos llegan engañados. Al no tener cura, les dicen en el hospital: “nosotros ya hicimos todo lo que corresponde al hospital. Ahora vais a vuestro domicilio, allí en el entorno familiar os recuperáis mejor que encerrados aquí en una habitación”.

La mayoría de los médicos les preguntan a los familiares a ver de lo que está enterado el enfermo, cómo conviene tratarlo, etc.

Yo conocí dos casos especiales, uno la Clínica Universitaria. Esta clínica practica más o menos la misma medicina que el hospital de Navarra y que el hospital Virgen del Camino, pero tiene fama internacional y muchos enfermos acuden aquí buscando un milagro. Igual que en la antigüedad los romanos acudían a Pamukala, en Turquía, la antigua ciudad griego-romana de hierápolis, la ciudad de los médicos y de los muertos. Allí concurrían toda clase de pacientes, buscando la curación en sus aguas milagrosas y la mayor parte fallecían. Tenían derecho a un funeral-enterramiento gratis y hoy en día nos quedan entre sus restos miles de sepulcros de todo tipo: panteones familiares, túmulos circulares y sepulcros individuales, más o menos señeros según la categoría del muerto .Volviendo a la Clínica Universitaria, al llegar el paciente a dicha clínica, después de practicarle  diez o doce pruebas, muchas de ellas innecesarias, le llama el jefe del servicio al que han acudido y les dice: “Sufre Vd. una enfermedad muy grave, nosotros vamos a hacer todo lo posible para curarle, pero a veces la ciencia del hombre  no es suficiente y hay que recurrir a Dios, así que en el piso bajo tienen una capilla para que se lo pidan a Dios, se confiesen, comulguen, etc.”.

Existía un médico en el Centro de Salud de Cascante (Navarra), que cuando le llegaba del hospital un enfermo en estas condiciones, le decía abiertamente: “A Vd. no lo envían a que se recupere en su domicilio en su ambiente familiar, sino que lo remiten a morir en su entorno familiar. Ya que dentro de lo negativo y penosa que es la muerte, es menos dura si se muere rodeado de sus familiares. Así que lo vendré a visitar dos o tres veces al día y juntos rezaremos el rosario para que el Señor lo acoja en su Reino”.

Esto en vez de crear en el paciente un estado de angustia, le creaba un estado de relajación y tranquilidad, y aceptaba muy bien la preparación que le hacía el médico para el otro mundo.

El comportamiento de esta Clínica y de este doctor, preparar al paciente para que pueda alcanzar la vida eterna, ya lo hacían muchos siglos antes de Cristo los antiguos griegos en sus santuarios. Es decir, preparaban a la persona para que su alma pudiese alcanzar la eternidad. Comenzaban a educarla desde joven, sin esperar a que estuviese al borde de la muerte, porque ya pensaban que ésta podía presentarse sin avisar en cualquier momento, para la que había que estar preparado.

Nosotros para llegar a las creencias tras la muerte de las civilizaciones antiguas, partiremos de Jesús de Nazaret, retrocediendo hacia atrás, por el simple hecho de que al crear el cristianismo, los discípulos de Cristo no se inspiran sólo en sus antecesores religiosos los SEMITAS (en el judaísmo de ABRAHÁN y de MOISÉS), sino también en las religiones de las antiguas civilizaciones griega y egipcia.

A principios del siglo XI, el arte cristiano se estanca y no encuentra continuidad. Fue debido a diversas circunstancias, sobre todo a la llegada de los árabes a la Península a principios del siglo VIII, que determina que el arte visigodo cristiano desaparezca. Los visigodos se hicieron fuertes en Covadonga y crearon un arte en el pequeño reino de Asturias que Jovellanos definió como arte asturiano, por construirse sólo en Asturias; pero esta iniciativa cultural se fue diluyendo y acabó por desaparecer.

Entonces el monarca Alfonso III el Magno, duodécimo rey de Asturias, al desvanecerse el arte asturiano, hizo incursiones por territorio musulmán sobre todo por Toledo y Córdoba. Se trajo consigo arquitectos cristianos que en territorio árabe construían un arte denominado mozárabe (a los cristianos que vivían en territorio musulmán, se le denominaba mozárabes), para que le edificaran sus monumentos en este estilo. Ahora bien, ocupar el territorio cristiano español, con un arte con fuertes influencias musulmanas, iba en contra del sentimiento cristiano europeo, máxime cuando a la Reconquista se le estaba dando un carácter de cruzada: cristianos contra islámicos. Aunque se construyeron grandes monumentos en estilo mozárabe, como la iglesia de San Miguel de Escalada, acabó desapareciendo.

En Europa pasaba una cosa parecida, la mayor parte del territorio por entonces, estaba bajo el Imperio carolingio. Al extinguirse éste (870) desapareció el arte carolingio, fue sustituido por el arte otoniano del Sacro Imperio Romano Germánico, pero su decadencia se llevó consigo sus manifestaciones culturales. Entonces había que reaccionar para que el arte encontrase continuidad y la halló tras una reforma benedictina con el nacimiento del extraordinario arte románico, inspirándose en la arquitectura paleocristiana y bizantina. A la basílica paleocristiana no hacía falta más que darle una nueva orientación y una nueva funcionalidad y quedaba constituido el ARTE ROMÁNICO (la basílica románica).

Pasando del arte a la religión cristiana, en tiempos de Jesús sucede una cosa parecida. Jesús de niño acude a la sinagoga a escuchar a los rabinos judíos leer la TORÁ DE MOISÉS, y se da cuenta de que la interpretan mal y que el judaísmo de Abrahán y de Moisés está poco menos que agotado. La exégesis que le dan los rabinos judíos en tiempos de Jesús, no se parece en nada a la auténtica Ley escrita de Moisés; el sentimiento religioso que encierra ha desaparecido, y Él mismo toma en sus manos la Torá y se pone a leerla en la sinagoga y la explica a su manera. Todos los que le escuchan quedan admirados de lo claro que interpreta la Ley de Moisés y da un paso de gigante hacia la creación del CRISTIANISMO.

La religión no es más que un modo de vida y una forma de comportamiento ante la sociedad. (b)

Partiremos de Jesús de Nazaret, retrocediendo hasta la creación del universo según las mentalidades griega, semita y egipcia. Debido a que para los creyentes cristianos antiguos y medievales, Cristo era el principio y fin de todas las cosas y el iniciador de un renacimiento religioso que llevaron a cabo sus discípulos, basándose en el primitivo judaísmo de Abrahán y de Moisés, conocido con el nombre de CRISTIANISMO, en honor a su fundador. Que no se limita solo al judaísmo, sino que se va a enriquecer también con los pensamientos religiosos de las antiguas civilizaciones griega y egipcia. Jesús, conocido también como Cristo, el Ungido, por recibir los oleos sagrados, nace en Belén al año 14 del mandato del emperador romano Octavio-Augusto. Huye a Egipto para no ser degollado como los demás inocentes y de vuelta a Israel, se establece en Nazaret por estar destinado según los profetas a ser NAZARENO-consagrado a Dios-.Arquelao

La paz impuesta por el emperador Octavio al hacerse con todas las dignidades del estado de Roma-IMPERATOR PERPETUOS, fue muy pronto alterada al producirse en la provincia de Palestina romana el MOVIMIENTO CRISTIANO en torno a la figura de Jesús de Nazaret, uno de los personajes más trascendentales de la historia de la humanidad.

Su mensaje, centrado en el anuncio del Reino de Dios; en una nueva forma de entender la relación entre Dios y el ser humano; y el modo de entender el poder y la ruptura de las formas religiosas a favor de las personas; con un Dios que mira más por los pobres y pecadores, por un lado. Y su predicación contra el abuso del poder romano en contra de la esclavitud impuesta por Roma a su pueblo, por otro lado, irritaron de tal manera a las élites religiosas del judaísmo y a las autoridades del poder romano, que lo llevaron a morir en la Cruz en tiempos del emperador Tiberio, por considerarlo los romanos como una cuestión de estado.

Sabemos que Jesús, judío, inicia su actividad como predicador y sanador a los 30 años, realizando curaciones que por entonces fueron consideradas como milagros (32 en total). Escogió un grupo de doce discípulos como un gesto de renovación de las doce tribus de Israel y a diferencia de los maestros-rabinos de su época; escoge también alguna que otra mujer y crea una nueva doctrina: EL CRISTIANISMO, y sus seguidores tras su muerte inician un movimiento espiritual de alcance mundial, con la simple afirmación de que Cristo HABÍA RESUCITADO, que con alguna que otra crisis ha llegado hasta nuestros días.

El CRISTIANISMO aparece con la predicación de Jesús de Nazaret, al presentarse ante su pueblo como el MESÍAS, prometido y esperado por ser profetizado por Isaías, y sus discípulos fueron llamados cristianos.

La predicación de Jesús se basaba en la creación del Reino de Dios, al que se accedía por el amor a Dios y a todos los hombres, además dicho Reino se extendía a todas las gentes, no solo al pueblo de Israel.

Jesús un judío de su tiempo, se consideraba enviado de Dios, no para abolir la religión de Moisés y de los profetas, sino para llevarla a pleno cumplimiento. La nueva alianza establecida por Dios debía de ser sellada con su Muerte y Resurrección, anunciada ya por los profetas y que abría además a los hombres redimidos el acceso a la resurrección y a la vida eterna.

El cristianismo se mostraba vinculado a la revelación hecha por Dios a los judíos como su perfección y cumplimiento.

La predicación de Jesús, tal como ha sido transmitida por los apóstoles y evangelistas, sólo resulta comprensible a la luz del Antiguo Testamento, que ha pasado a formar parte del conjunto de la revelación cristiana.

Con el judaísmo, el cristianismo comparte la revelación a los hombres. Jesús se apoya en la Torá de Moisés que no es más que la revelación de Dios.

Jesús tenía grandes discusiones con las élites religiosas judías de su época, precisamente por la forma de interpretar la Torá de Moisés y como perdonaba los pecados en nombre de Dios. Además, curaba a los enfermos el sábado, estando prohibido; los rabinos judíos decían que blasfemaba y lo llevaron a la crucifixión. Cristo intentaba volver a los orígenes de la antigua religión semita-israelita, dándole una nueva interpretación que no coincidía con la forma de ver la religión de los judíos de su tiempo (judaísmo), que llevó consigo un choque con los rabinos judíos. El judaísmo estaba agotado y Jesús, ya desde muy joven, pasaba mucho tiempo en la sinagoga leyendo a Abrahán y a Moisés, haciéndoles comprender a los rabinos que interpretaban la Ley de Moisés de forma equivocada.

Hay que dejar claro que Jesús, tal vez fariseo (los evangelios dejan traslucir detalles positivos de las relaciones entre los fariseos y Jesús), también pudo tener alguna relación con los esenios como se aprecia en la similitud del Sermón de la Montaña de Jesús con los textos qumránicos. Sin embargo, al contrario que los maestros de la secta de los esenios del Qumran, se relacionó con ricos, con la clase media, con los pobres y gentiles, y por supuesto con mujeres, es probable que El mismo estuviese casado.

La Resurrección de Cristo es el acontecimiento relacionado con su Vida, Pasión y Muerte, que más controversias ha generado a lo largo de los veinte siglos del cristianismo. Su Resurrección, tal como nos la presentan los evangelistas y los historiadores de su tiempo, a la sociedad actual no le sirve. La ciencia, veinte siglos después de ser crucificado Jesús, nos viene a decir que la resurrección química y metafísicamente es imposible. Ahora bien, Cristo en su mensaje también nos dice, que lo que para el hombre es imposible, para Dios todo es viable.

En la actualidad son muy pocos los que creen en la Resurrección de Cristo, algunos más son los que creen en Cristo reencarnado tras ser crucificado, por el simple hecho de presentarse ante sus discípulos, una vez resucitado, con una nueva presencia. Y muchos más son aquellos que ven en el mensaje de Jesús, una liberación ante el temor que siempre ha generado la muerte.

La Palabra de Jesús se centraba en el anuncio del Reino de Dios y para la sociedad analfabeta antigua y medieval, el Reino de Dios era un paraíso al que acudían las almas de los justos y arrepentidos tras la muerte; apoyada por la iglesia de entonces, sabedora del temor de la población al mas allá. No cabe la mas mínima duda de que si a una persona, después de una vida mas o menos penosa y llena de conflictos en este mundo, se le ofrece un paraíso en donde todo es felicidad, entonces la muerte pasaría de ser una fatalidad a un placer, o lo que es lo mismo ¿Dónde estaría su derrota? O como nos decía San Agustín ¿Dónde estaría su victoria para los cristianos? De ahí lo positivo del Mensaje de Jesús para los cristianos, teniendo en cuenta además que el Reino que nos ofrece sería un lugar en donde Dios mira más por los pobres y pecadores, en el que entrarían antes las prostitutas que los sacerdotes, y que acogería también a los publicanos- recaudadores de impuestos- que colaboraban con Roma.

Admitiendo que Cristo ha resucitado, la resurrección de los muertos se va a convertir en el centro de FE y ESPERANZA cristiana a partir de su Resurrección. Sin la fe y esperanza en su propia resurrección, la vida para un cristiano carece de todo sentido.

¿De qué forma resucitó Cristo? Aquí comienza el misterio, ya que sus discípulos no lo reconocieron por su aspecto físico una vez resucitado, sino por sus actos. A la Resurrección de Cristo hay que darle un amplio margen en la interpretación y aun así, no siempre es fácil.

La acción de devolver a la vida a un organismo muerto y el premio o castigo a justos y pecadores tras la muerte, se ha interpretado a lo largo de la historia con filosofías distintas, pero que no se diferencian mucho unas de otras, debido sobre todo a que el cristianismo monoteísta no solo se inspira en la religión SEMITA-HEBREA monoteísta del Antiguo Testamento, sino también en las antiguas religiones como la griega y la egipcia, politeístas. (3)

Existen grandes similitudes de estas tres religiones y el cristianismo, de lo que le sucedía tras la muerte a los mortales esperando ser redimidos.

¿Todas las religiones son iguales? No se puede afirmar rotundamente que sí, pero que existe mucha similitud entre ellas, es la verdad. Vamos a comprobar estas similitudes tras el tránsito de la vida a la muerte y en sus creencias en el mas allá. En lo que llamaban los antiguos: vida después de la vida (Fedón de Platón).

Teniendo en cuenta la creación de los seres vivos (dioses y mortales) En la civilización semítica su Dios Yahvé creó el mundo y el cuerpo del primer hombre, Adán, con barro y de piel blanca, que fue el inicio de que la raza blanca se extendiera por Europa alrededor del Mediterráneo, ya que Adán fue creado en la Mesopotamia, no lejos de dicho mar.

La concepción que tenían los antiguos egipcios del universo, se limitaban a los lugares hasta donde alcanzaba la vista. Las aguas del CAOS envolvían al mundo que contaba con la tierra, el cielo y el más allá o DUAT, que el sol recorría de noche, de ahí que no se pudiese ver. Esto planteaba la interrogante de cómo se  originó la vida en un principio de los tiempos.

A la hora de interpretar el misterio de la creación, los antiguos egipcios recurrieron a la naturaleza y en concreto a las crecidas anuales del Nilo y a los sedimentos aluviales que estas dejaban tras de si, al volver las aguas al cauce normal, que creaban una tierra negra rica en nutrientes, que permitían que prosperasen los campos.

Todos los años cuando las aguas del Nilo volvían a su cauce normal, emergía de ellas una tierra recién fertilizada, esto condujo a los egipcios a concebir la creación del mundo como una especie de MONTÍCULO, que había emergido de las aguas primigenias, con una energía creadora suficiente para constituirse en fuente de toda la vida. La existencia del montículo primigenio se dio por sentada en la forma del dios Tatjenen, cuyo nombre significa “tierra emergida”.

Se acepta que el primer dios que cobró forma a partir del montículo primigenio fue Atum, el señor de Heliópolis, aquel que vino a la vida por si mismo, el cual no tardó en crear otros dioses. Según los textos de las pirámides, tomó su pene con la mano y eyaculó a través del mismo para crear los gemelos Shu (el aire) y Tefnut (la humedad). Una vez creada la atmósfera, de la unión de Shu y Tefnu surgieron Geb (La tierra) y Nut (el cielo), que a su vez engendraron a cuatro hijos: Osiris Y Set, los dioses antagónicos del orden y del caos respectivamente, y sus consortes Isis y Neftis, quienes prosiguieron el ciclo creador.

El segundo dios creador fue Ptáb en Menfis, que su acto creador fue el resultado de un esfuerzo intelectual del dios, que dio forma a los seres vivos, a partir de las ideas que manaban de su corazón. Para los antiguos egipcios el corazón era el lugar en donde residía el intelecto y fuente de todos los pensamientos.

El tercer dios creador es Jnum en la isla Elefantina, allí los sacerdotes veneraban a una divinidad con cabeza de cordero llamado Jnum, el dios alfarero, pues modela la figura humana de arcilla, lo mismo que el dios de los semitas Yahvé, que también crea el cuerpo del primer hombre con barro que es lo mismo que arcilla y de piel blanca.

Jnum a diferencia de Ptáb que había creado a los seres vivos con el pensamiento, llevó a cabo la actividad creadora con ARCILLA, modelando al hombre con todos sus órganos, dando forma a la imagen.

Jnum realiza dos modelos de la figura humana, uno para el cuerpo humano y otro para el K (espíritu), que sobrevivirá al cuerpo físico, después de que este se haya muerto.

Lo curioso es que Jnum modela la figura humana de color negro, que bien pudo ser el origen de la raza negra, como se puede observar en los pueblos nubios del alto Egipcio y en los que habitan las islas por el entorno de Aswan, todos de color negro que se extendería por toda África.

En relación a la similitud en sí, las doce tribus de Israel corresponderían a las doce divinidades griegas. Los doce discípulos de Cristo, con las doce pruebas de Heracles, que los romanos lo latinizaron con el nombre de Hércules. Y si observamos que en la escultura de la edad media cristiana, Heracles simboliza a Cristo, nos daremos cuenta de que el cristianismo se inspira en la religión griega.

La literatura de Santa Teresa de Jesús, la máxima representante del misticismo junto con San Juan de la Cruz, se inspira en la religión faraónica egipcia, conocida también como misticismo faraónico egipcio.

Civilización Griega.

Siguiendo el razonamiento griego, pensamiento filosófico conocido como raciocinio griego (cuando la población fue adquiriendo conciencia de si misma, pasando lentamente de la imaginación a la razón), para su mentalidad el cuerpo era distinto del alma, sus dioses eran inmortales y por lo tanto, sus cuerpos y almas eran eternos, mientras que para los mortales sólo el alma era eterna. Los griegos creían que después de la muerte el alma iba al mundo de los muertos, un espacio situado por debajo de la superficie de la tierra, allí en donde el sol no brillaba nunca, y el temible Hades ejercía su poder sobre un reino que muy pocos sentían curiosidad por visitar.

Permítanme que les cuente una leyenda fruto de la imaginación, que si yo fuera un micénico, a pesar de mi edad aún no habría alcanzado la razón.

Para la creencia griega según el poeta Hesíodo, que alrededor del siglo VIII antes de Cristo, dio su versión particular de la creación del mundo, una de tantas versiones aunque la más aceptada por los griegos. Según este poeta hubo un tiempo y una época que para la mentalidad griega, antes de la creación del mundo, todo era una enorme oscuridad, un gran vacío que los antiguos griegos llamaron CAOS, en un principio abstracto que no se hallaba encarnado en ningún dios primigenio, dejando abierta la cuestión, de cómo se creó el caos a partir de si mismo, pasando a unos hechos y a una historia simbólicos, igual que en el Génesis del A. Testamento.

El caos creó los cinco elementos básicos: Gea (la tierra), Eros (la fuerza del amor), Tártaro (el mundo subterráneo situado en las profundidades de la tierra), Erebo (las tinieblas infernales) y Nix (la madre y el poder de la oscuridad).

La siguiente en tener progenie fue Gea, que sin recorrer a sexo opuesto engendró a Urano, el cielo estrellado para que la cobijase y fuese el hogar de los futuros dioses. De Gea nacieron además las montañas y Ponto –personificación del mar-, con lo que se dio forma a la estructura básica. A Gea se le considera como la madre primigenia, fuente de toda subsistencia y fertilidad.

Urano había nacido de Gea, pero fue su consorte y esposo (para los primeros griegos, lo mismo que para los faraones egipcios, no existía el incesto). La unión entre Gea y Urano, se interpreta como un enlace sagrado entre la tierra y el firmamento, entre la diosa de la fertilidad y el dios del cielo. Ambos formaron la primera pareja real divina origen del universo.

Gea y Urano tuvieron una descendencia muy numerosa, una parte de ella la componían los monstruos, tanto por su aspecto como por su carácter. Primero nacieron los Hecatonquiros, de forma semihumana con cien cabezas y cien brazos. A continuación nacieron los Cíclopes, con un solo ojo tan fuertes como salvajes, maestros en el trabajo de la piedra, se le atribuye la construcción de las murallas de Micenas y la fortaleza de Tirene, situadas en el Peloponeso.

Los hijos más célebres de Gea y Urano fueron los seis titanes y las seis titánides, que se convertirían en los dioses de la primera generación, sobre todo Cronos, el más joven, valiente y astuto de todos ellos, que acabaría reemplazando a su padre Urano como dios supremo.

Los titanes y las titánides encarnan las fuerzas de la naturaleza, sus descendientes los dioses olímpicos (Zeus, sus hermanos e hijos) acabaron ejerciendo una influencia superior a sus progenitores en la religión griega. La importancia del mito de Cronos y sus hermanos, radica de que de este mito parte la idea de la existencia de una familia de dioses, con el matrimonio divino entre ellos dentro de la misma estirpe.

Urano con el temor de que alguno de sus hijos lo destronara, nada más nacer los enterraba en el fondo de la tierra, es decir en las entrañas de Gea, que simbolizaba la tierra, esta al no poder soportarlos, los Hecatonquiros fueron a parar a un lugar profundo de la tierra, conocido con el nombre de tártaro y los cíclopes condenados a vivir en un volcán.

Gea con la colaboración de su hijo pequeño Cronos, destronaron a Urano castrándolo con una hoz, le cortaron los testículos a Urano y los lanzaron a un lugar muy lejano (¿la isla de Chipre?, Fueron a parar al mar y de la mezcla del esperma de Urano con la espuma de las olas del mar, nacerá Afrodita, la diosa del amor y de la belleza, que más tarde Zeus la convirtió en una de las doce divinidades olímpicas.

Cronos ocupó el puesto de su padre como dios todopoderoso del cielo, Urano quedó relegado y Gea la triunfadora, pasará a ser considerada como la madre de todos los dioses y diosas de Grecia.

Cronos al casarse con su hermana Rea, diosa de la fertilidad y de la tierra, tuvieron una familia muy numerosa compuesta de seis hijos: Hera, Demeter, Hades, Poseidón, Hestia y Zeus y creó su propia dinastía, convirtiéndose en dios soberano de todos los titanes y titánides, pero cometió el error de no hacer caso a su madre, para que dejase libres a sus hermanos monstruos, que permanecieron presos bajo la tierra.

Gea herida por este trato de Cronos a sus hermanos los Hecatonquiros y a los Cíclopes, le profetizó, que uno de sus hijos acabaría destronándolo como él había hecho con su padre Urano.

Para burlar su destino, al que le había condenado la poderosa Gea, Cronos iba devorando a todos sus hijos nada más nacer. Rea como antes su madre Gea, quedó desconsolada por la muerte de todos sus hijos, y con la ayuda de su madre, intentó salvar al pequeño Zeus, al nacer lo llevó a un lugar seguro, al mismo tiempo que envolvía una piedra con una tela y se la entregó a Cronos para que la tragase, pensando que se trataba de su hijo Zeus, que acababa de nacer. Gea ocultó a su nieto en una cueva, situada según la leyenda en el monte Ida, en la isla de Creta en donde se alimentó de leche de cabra.

De joven pasó a Olimpia que la convirtió en su ciudad. De todas las maneras de la infancia de Zeus sabemos muy poco, parece ser que su primara esposa fue Metis, una diosa tetánide ninfa del mar, célebre por su astucia y sobre todo por su sabiduría, madre de Atenea. Zeus aprovechando su sabiduría logró convencerla para que le administrase una droga a Cronos, que le hiciese regurgitar la piedra ingerida y todos los hijos que había tragado anteriormente. Estos al recobrar la libertad, se pusieron al lado de Zeus con el objeto de destronar a su padre Cronos y acabar con la raza de los titanes y titánides que lo apoyaban.

Entramos así en uno de los mitos más célebres de la antigua Grecia- la lucha de los dioses olímpicos contra los dioses titanes-, Zeus y sus hermanos varones contra su padre Cronos, sus hermanos y los hijos de estos, los titanes. Cuyo resultado va a condicionar la vida, no solo de los habitantes pre-helénicos, sino de los griegos de todos los tiempos. Los mitos de los dioses y de los héroes, ejercieron tal influencia en la mentalidad de los antiguos griegos, aqueos-micénicos y minoicos, estos quedarán supeditados de tal forma a sus dioses, que todo lo que les ocurra, será así, porque los dioses así lo han querido.

De todas las maneras Zeus no derrotó a su padre Cronos, tan fácilmente como este a su padre Urano, Cronos pidió ayuda a los restantes titanes y titánides, dando origen a una guerra de proporciones desconocidas hasta la fecha: la guerra de los dioses, conocida también como titanomaquia, por intervenir en la lucha los titanes.

Zeus y sus hermanos tomaron como base de acción el monte Olimpo, situado al norte, mientras que Cronos y los titanes su base de acción estaba en el monte Otris, situado en el Peloponeso.(b)

Gea de entrada se puso al lado de su hijo contra su nieto y crea aterradores monstruos, que le van a crear muchos problemas a Zeus, que desde ese punto de vista Zeus y sus hermanos se hallaban en inferioridad numérica.

Ante tan desesperada situación, Zeus va a tomar una sabia decisión, que le va a resultar trascendental para el triunfo final: liberar a los cíclopes que Urano había enterrado en las entrañas de la tierra, con el motivo de que le facilitasen a los dioses olímpicos las armas necesarias para la lucha. Los Cíclopes al quedar libres aceptaron el trato y fabricaron: un yelmo para Hades que lo hacia invisible y que era símbolo de la muerte; un poderoso tridente para Poseidón (c) y un rayo para Zeus, que se va a convertir en el arma y símbolo del gran dios. Así armados, Zeus procedió liberar también a los Hecatonquiros, que demostraron ser unos poderosos aliados.

Con estas dos decisiones Zeus se ganó el favor de Gea, que ansiaba ver libres a sus hijos de las entrañas de la tierra. Esta consiguió que los titanes más sabios se sometieran a Zeus, pero la mayoría siguió apoyando a Cronos, nombraron jefe a Atlas y la guerra se hizo más violenta. Poco a Poco los rayos de Zeus se fueron imponiendo, al sustraerle las armas a Cronos un Hades invisible.

Tras el triunfo de Zeus, los titanes fueron encerrados en el tártaro a excepción de Atlas, condenado a soportar sobre sus hombros el peso de la bóveda celeste para toda la eternidad. Cronos pasó al exilio en la isla de los Bienaventurados.

No todos los titanes lucharon contra Zeus, uno de ellos llamado Prometeo, un profeta que en griego significa el que ve más allá, que ya había profetizado el triunfo de Zeus, luchó a su favor. El gran dios se lo agradeció, pero Prometeo cometió la osadía de enfrentarse al dios. Sustrajo el fuego del cielo y se lo entregó a los mortales; Zeus encolerizado por el hecho lo condenó a sufrir un castigo para toda su vida, ya que el fuego  lo consideraban como un don exclusivo de los dioses, era solo y únicamente para el disfrute de los dioses.

El triunfo de Zeus en la guerra de los dioses, no fue suficiente para destronar a Cronos, para terminar de imponer su autoridad, tuvo que pasar por dos contiendas más; la primera conocida con el nombre de gigantomaquia o la lucha entre los dioses y los gigantes, que se convirtió tal vez en el mito más célebre de la antigua Grecia, fue plasmado en numerosos frisos y frontones de los templos griegos.

Gea que había apoyado a Zeus contra sus propios hijos viendo el mal trato impuesto por aquel a estos (después de que le ayudaron, Zeus los volvió a enterrar en las entrañas de la tierra), se puso en contra de su nieto y convenció a los gigantes a que le ayudasen a derrotarlo (los gigantes según una leyenda se habían engendrado de la sangre vertida de los testículos de Urano al ser castrado. Otra leyenda dice que los creó Gea para vengar la muerte de los titanes).

Los gigantes animados por Gea, tomaron la iniciativa en la contienda; los dioses luchando con gran ardor, no conseguían matar a los gigantes, a pesar del gran poder de los hermanos y de la ayuda que le prestaron los hijos de Zeus: Ares, Hermes y sobre todo Atenea, que tuvo una participación muy activa en la lucha. Al no poder vencerlos no tuvieron otra opción que acudir a un antiguo oráculo, y por primera vez en la historia de la antigua Grecia, la sacerdotisa, al contrario que luego en Delfos que daban respuestas ambiguas, les dio una respuesta concreta (no podía darles una respuesta ambigua al gran dios por miedo aun castigo, como si se tratase de una persona mortal la que le hacia la pregunta). La respuesta del oráculo fue la siguiente: Los dioses olímpicos solo podían herir a los gigantes, para matarlos debían de acudir a un mortal. Atenea dio con la solución alistando a su hermanastro Heracles, que aunque era hijo de Zeus también lo era de la mortal Alcmena, un mortal provisto de una gran fuerza (símbolo de la fuerza) que mató a los gigantes.

La tercera contienda por la que tuvo que pasar Zeus, para imponer su autoridad, fue su enfrentamiento con el monstruo Tifón, provisto de cien cabezas de dragón, con serpientes a modo de patas y varios centenares de manos. Lo creó Gea por el mal trato que le había dado Zeus a los titanes y a los gigantes. El gran dios decidió enfrentarse directamente al monstruo. Al principio tomó la iniciativa el monstruo, pero el hijo de Zeus, Hermes el dios de los tramposos entre otros epítetos, consiguió cortarle los tendones al monstruo y los escondió, de esa manera Zeus fue tomando ventaja y poco a poco lo fue expulsando de Grecia y aplastarlo bajo el Etna.

Con estos triunfos Zeus se convierte en el dios del cielo y del universo, soberano de todos los dioses y de los hombres, adorado por los humanos como protector del estado y de la familia (a pesar de tener más de doscientas amantes) sentado en su trono de oro en el Olimpo y padre de la segunda generación de dioses (dioses olímpicos).

Gea ya no volvió a rebelarse más contra Zeus, reconociendo por fin su superioridad. De este modo Zeus y sus hermanos Poseidón, Hera (hermana y esposa de Zeus), Demeter (hermana y amante del dios) y Hestia (la diosa virgen), (Hades había bajado al inframundo de los muertos como soberano); junto con sus hijos: Ares, Hermes, Apolo, Artemisa, Atenea y Hefesto, junto a su tía Afrodita, pudieron finalmente regresar victoriosos a su hogar en el Olimpo, en donde Zeus poseía un imaginario palacio, con un gran salón en el que se reunían los dioses del Olimpo, cuando Zeus, el dios supremo los citaba a alguna reunión.

 (Tras destronar a Cronos sus hijos, los hermanos Zeus, Poseidón y Hades se repartieron su reino, Zeus se quedó como dios del cielo y del universo; Poseidón con los mares y las tormentas y Hades con el inframundo, en donde no sólo estaba el mundo de los muertos, sino también cuanto se encontraba en la superficie de la tierra).

A Zeus le preocupaba ser víctima del mismo destino que su padre y su abuelo, pero en esta ocasión fue capaz de romper con la maldición; no solo porque consiguió enterarse de la misma, sino porque hizo todo lo posible para evitarla, gracias a Prometeo que le dijo que el único que le podía destronar, sería el hijo que tuviese con la diosa ninfa del mar Tetis, con lo que el dios podía evitar su destino, al que habían sucumbido su padre y su abuelo. Para empezar dejó de lado su pasión por Tetis y engulló a la titánida Metis la diosa de la sabiduría, a la que había dejado embarazada, después de saber que el hijo que naciese de su unión habría de tener asimismo un gran poder y decidió a darlo a luz el mismo, con el fin de neutralizar la profecía. Fue una hija llamada Atenea. (Este pasaje de la mitología griega dará lugar a la guerra mitológica de Troya).

Las referencias mas antiguas que se tienen del Hades, pertenecen a los poemas de Homero, los muertos de Homero que aparecen en la Odisea, son unas sombras errantes que conservan las señales de las heridas o las enfermedades que fueron la causa de su muerte. La descripción que nos hace Homero del Hades no es precisamente idílica sino tenebrosa, Aquiles no duda en afirmar a su amigo Ulises, que prefería ser el esclavo de un pobre en vida que el soberano del mundo de los muertos.

En un principio, en la Edad pre-helénica, ya existían otros destinos para las almas de los muertos. Los más afortunados protegidos por los dioses eran conducidos a los Campos Elíseos, situados en un punto determinado de los confines de la tierra, en donde veían pasar los días en un paraíso eternamente soleado.

Por el contrario, las almas de aquellos que habían osado ofender en vida a Zeus eran arrojados al Tártaro, situado en lo más profundo de la tierra, en donde sufrían los tormentos reservados para los condenados.

Así lo veían los griegos antiguos, pero a medida que la conciencia moral de éstos fue evolucionando y se fue pasando lentamente de la imaginación a la razón, las nociones de castigo y recompensa tras la muerte, dejaron de ser una cuestión de mero arbitrio y pasaron a vincularse a la vida que cada persona había llevado.

Gran parte de este cambio se debió a la influencia de los cultos mistéricos como el de ELEUSIS, santuario situado a unos veinte kilómetros de Atenas hacia Corinto, que enseñaba a los iniciados como tenían que ganarse un lugar en los Campos Elíseos. Todos los años durante dos milenios, los griegos celebraban unos ritos tan extraños como solemnes, más importantes incluso que los Juegos Olímpicos, en agradecimiento a la diosa DEMETER, por haber concedido la agricultura a la humanidad. Podían participar hombres, mujeres, ricos, pobres, etc. pero estaban obligados a guardar silencio de los ritos mistéricos en los que participaban. El que se iniciaba en dichos cultos, conseguía establecer una relación especial con los dioses, que se traducía en una vida feliz y exitosa, así como una serie de privilegios en el mas allá.

El culto Órfico introdujo la noción de la reencarnación. Según este culto cada alma nacía diez veces, de tal manera que el ciclo vital de cada una formaba mil años, la mayoría de los cuales los pasaba en el mundo de los muertos, para emprender un nuevo ciclo en la tierra; el alma del muerto tenía que beber las aguas del Leto, el río del olvido, para asegurarse que dejaba atrás todo lo aprendido en la vida anterior.

Los cultos introducían conceptos desconocidos hasta entonces de la vida en el mas allá. En el siglo III antes de Cristo, la mayoría de la gente tenía una idea clara de lo que le esperaba tras la muerte.

El primer paso era el entierro, los que no eran enterrados estaban condenados a vagar por el mundo de los vivos como almas en pena. Una vez finalizado el entierro, el ALMA emprendía la primera etapa de su viaje al más allá, conducida por el dios Hermes (hijo de Zeus y de la diosa titánida Maya), este era el encargado de conducir las almas de los muertos al reino de Hades, único dios al que Zeus había autorizado para cruzar libremente los tres mundos: el Olimpo, la tierra y el mundo de los muertos-.

Hermes conducía las almas hasta el río que rodeaba al mundo de los muertos, denominado Aqueronte, la única manera de atravesarlo era con la barca de Caronte, quien seleccionaba a las almas de forma arbitraria, las que debían de ser sus pasajeros y las que tenían que esperar, como recompensa a sus servicios había que pagar con una pequeña moneda, de ahí que los familiares del fallecido introducían una en la boca del difunto antes de proceder a su entierro. Si no llevaba la moneda no podía pasar el río.

Las puertas que daban acceso al reino de Hades, las custodiaba un perro de tres cabezas llamado Cerbero. Este monstruo no dejaba salir a nadie, de ahí que Euristeo, rey de Micenas o tal vez de Tirene, primo del héroe Heracles, en su duodécimo trabajo le encarga a este bajar a Hades y traerse consigo a Cerbero.

Tras participar en los misterios de Eleusis, en los que los griegos se preparaban también para acceder a Hades, Heracles pidió a Hermes y a Atenea que le condujesen hasta él. Cuando estuvo en presencia de Hades, éste accedió a prestarle a Cerbero, siempre y cuando consiguiese domar a la fiera sin ayuda de arma alguna. La visión de la monstruosa criatura con sus tres cabezas rematadas con serpientes, asustaba a cualquier mortal. Heracles se abalanzó sobre la fiera protegido por la piel del león, (que había capturado en Nemea) capaz de resistir las fauces del monstruo. Lo ató y se lo trajo a Euristeo, este quedó aterrorizado al ver al monstruo, que gustoso accedió a liberar a Heracles, cumplidas con éxito las doce pruebas que un oráculo le había encomendado.

Por desgracia para los pecadores, Heracles devolvió a Cerbero a Hades como le había prometido.

Antes del palacio de Hades había dos manantiales, uno con las aguas de Leto o las aguas del olvido y otro con las aguas del recuerdo, este último manantial daba paso al reino de los bienaventurados. Los iniciados en el culto mistérico sabían ya de que agua beber.

Mas tarde el alma llegaba a un cruce en donde convergían tres caminos, lugar destinado para que se celebrase el JUICIO presidido por tres jueces del mundo de los muertos, que decidían el destino de cada alma.

Una vez que los jueces emitían su veredicto, (no influenciados por los reyes y por los gobiernos temporales) el alma debía de tomar uno de los tres caminos: LOS PECADORES CAMINABAN HACIA EL TÁRTARO, situado en las profundidades de la tierra, sumido en la más completa oscuridad. En sus confines las almas de los que se habían comportado mal en vida, tenían ante sí la nada halagüeña perspectiva de toda una eternidad, sufriendo los peores tormentos. Muy similares a los sufridos por los cristianos en el infierno, según fuese el pecado, así era el castigo.

Ixión, que mató a su futuro suegro y mas tarde intentó violar a la esposa de Zeus, éste lo castigó a permanecer atado para siempre sobre una rueda en llamas.

A Tántalo se le condenó a sufrir el tormento de la sed y el hambre, mientras permanecía atado a una jarra de agua y comida fuera de su alcance, su crimen fue dar de comer carne de su hijo a los dioses para poner a prueba su omnisciencia y ver si la distinguían de la carne corriente.

Esto fue copiado al pie de la letra en la Edad Media por los cristianos de entonces, ya que los pecadores sufrían los castigos según los pecados cometidos, así a los lujuriosos se les colgaba en el infierno por los genitales; a los avariciosos se les obligaba a tragar las monedas, etc.

Los horrores del Tártaro propiciaron una fecunda tradición literaria presidida por Virgilio en el siglo I antes de Cristo y trece siglos y medio mas tarde por el italiano Dante en cuyo Infierno retornó su visión, asimilando el Tártaro al concepto cristiano del infierno. Pocos conceptos sufrieron tan pocos cambios con el triunfo del cristianismo, como el castigo eterno de los condenados.

Los que tenían algo que purgar, su destino eran los CAMPOS ASFÓDELOS, equivalente al purgatorio de los cristianos, un lugar intermedio entre el Tártaro y los Campos Elíseos, que al igual que el purgatorio de los cristianos, no tenía un lugar determinado, más alejado del infierno que del cielo al que acudían las almas una  vez purificadas.

Los que habían llevado una vida conforme a los designios de los dioses, acudían a los CAMPOS ELÍSEOS, un auténtico paraíso situado en los confines de la tierra, en donde las almas vivían felices eternamente.

Civilización Egipcia

Hacia el año l450 antes de Cristo, Egipto se extendía entre Libia al oeste y el río Eufrátes al este, y desde Siria al norte hasta los desiertos nubios al sur. Sin embargo, el CORAZÓN del Imperio egipcio estuvo donde siempre había estado, a orillas del NILO, un verdadero paraíso en medio de desiertos, sobre el que los antiguos egipcios construyeron su peculiar visión del mundo.

Esta dualidad, desiertos y tierras fértiles del río Nilo, marcó el pensamiento egipcio.

En la iconografía, además de los jeroglíficos y las ceremonias de los antiguos egipcios, los MITOS ocupan un lugar importante. Aunque no había ninguna versión oficial de los mismos, se concretaron en las fuentes de vida de las aguas del Nilo con su crecida anual, símbolo de la regeneración, y con el Sol, cuyas divinidades ocupaban lo más alto del panteón egipcio con Ra, cuyo centro en Heliópolis tuvo su máxima divinidad solar.

El último paso en el desarrollo del sistema de creencias entre los antiguos egipcios, englobadas en lo que se conoce como EL MISTICISMO SUPRARRACIONAL DEL ANTIGUO EGIPTO FARAÓNICO, que abarcaba a todos los estamentos sociales, abandonando la razón en aras del sentimiento y la imaginación (devoción exagerada), fue el concepto del rey-dios. Para los egipcios, el FARAÓN era un dios, descendiente de los dioses, pero en realidad venía a ser un intermediario entre los humanos mortales y las divinidades universales. De ahí que se venerase a los antepasados de los faraones, los dioses, mediante unas creencias perfectamente preestablecidas en templos abiertos solo a los sacerdotes y a los propios faraones. Como sucesores del dios Horus, representaban la reencarnación de las fuerzas del orden, delegados en la tierra de las fuerzas del orden divino.

El faraón al morir acompañaba al dios Ra-el sol- que desaparecía al atardecer para renacer al día siguiente, y era por lo tanto un ser inmortal. Acompañando al dios Ra, no tenía problemas para salvar los obstáculos del DUAT. Tampoco los tenía para salvar el juicio presidido por Osiris, y al pesar su corazón, la balanza siempre se inclinaba al lado de la pluma de Ma’at, la diosa de la verdad, de la justicia y del orden divino. De esa forma Osiris gobernaba el mundo de los muertos como dios del mas allá, y la personificación devolvía la vida al faraón, y como además el encuentro de Ra con Osiris tenia lugar de noche, el faraón renacía al día siguiente convirtiéndose en un ser inmortal.

Tan difundida estaba la presencia de los dioses en la vida cotidiana de los antiguos egipcios, que los dioses, los planetas y el mundo, formaban parte de un mismo orden cósmico, conocido como ma’at, que los humanos debían preservar.

La concepción que tenían los antiguos egipcios del universo se limitaban a los lugares hasta donde alcanzaba la vista. Las aguas del CAOS envolvían al mundo que contaba con la tierra, el cielo y el más allá o DUAT, que el sol recorría de noche, de ahí que no pudiera verse. Esto planteaba la interrogante de cómo se originó la vida en un principio de los tiempos.

A la hora de interpretar el misterio de la creación, los antiguos egipcios recurrieron a la naturaleza y en concreto a las crecidas anuales del Nilo y a los sedimentos aluviales que éstas dejaban tras de sí, al volver las aguas a su cauce normal, que creaban una tierra negra rica en nutrientes que permitía que prosperasen los campos.

Todos los años cuando las aguas del Nilo volvían a su cauce normal, emergía de ellas una tierra recién fertilizada, esto condujo a los egipcios a concebir la creación del mundo como una especie de MONTÍCULO, que había emergido de las aguas primigenias, con una energía creadora suficiente como para constituirse en FUENTE DE TODA LA VIDA. La existencia del montículo primigenio se dio por sentada en la forma del dios Tatjenen, cuyo nombre significa “tierra emergida”.

En relación con esto existe un templo,  el denominado Kom Ombo, situado muy cerca de Aswan, que está dedicado al dios Sobek -con cabeza de cocodrilo- que los egipcios consideraban el dios de la fertilidad y creador del mundo. Su presencia en el delta, indicaba que las crecidas eran muy abundantes, y aquel año era fuente de vida y fertilidad. Es decir, que los cocodrilos le traían la vida y la fertilidad.

Los orígenes del montículo primigenio de donde había emergido por primera vez, al no estar nada claro, todos los centros religiosos principales se atribuían para sí tal honor, y se discutía cual había sido la primera divinidad.

Se acepta que el primer dios que cobró forma a partir del montículo primigenio fue Atum, el señor de Heliópolis, aquel que vino a la vida por sí mismo, el cual no tardó en crear a otros dioses. Según los Textos de la Pirámides, tomó su pene con la mano y eyaculó a través del mismo para crear los gemelos Shu (el aire) y Tefnut (la humedad). Una vez creada la atmósfera, de la unión de Shu y Tefnut surgieron Geb (la tierra) y Nut (el cielo), que a su vez engendraron a cuatro hijos: OSIRIS y SET, los dioses antagónicos del orden y del caos respectivamente, y sus consortes Isis y Neftis, quienes prosiguieron el ciclo creador.

Ptab, el dios creador. A la creación de los dioses por Atum, dios creador de Heliópolis, había que unir el acto productor de Ptab de Menfis, resultado de un esfuerzo intelectual del dios, que dio forma a las cosas a partir de las ideas que manaban de su corazón. Para los antiguos egipcios el corazón era el lugar donde residía el intelecto, fuente de todos los pensamientos que la lengua hacía reales al pronunciarlos.

El mito de Menfis de la creación no representaba ninguna negación del mito creador de Atum ni de sus actos creadores en el montículo primigenio, sino que propugnaba la coexistencia de las dos divinidades.

 La presencia material de Atum estaba simbolizada en cualquier centro religioso bajo la forma de un montículo sagrado, mientras que la presencia intelectual de Ptab se hallaba presente en todos los dioses, en todas las personas y en todos los seres vivos.

A veces Tatjenen-montículo primigenio- y Ptab, aparecen unidos a dicho espacio sagrado.

En cuanto a la creación del ser humano, los antiguos dioses egipcios no tenían mucho interés en ella. De todas formas, existieron dos mitos unidos a la creación de los dioses, uno en Heliópolis, que parte de Atum creador de los primeros dioses. Creados sus hijos Shut y Tefnut, estos acabaron escapándose, Atum se propuso encontrarlos, extrayéndose uno de sus ojos y dotándolo de poder hasta convertirlo en una diosa, conocida con el nombre de Hathor o Sejmet.

Una vez creada, le encargó que escrutase el universo en busca de señales de sus hijos. Cuando por fin los encontró, los llevó de vuelta a su padre, quien llorando de alegría, los abrazó; sus lágrimas cayeron entonces sobre la tierra y dieron forma a los primeros seres humanos.

 Otro mito sobre la creación del hombre procede de la isla Elefantina, situada en una de las cataratas del Nilo, allí los sacerdotes veneraban a una divinidad con cabeza de carnero llamado Jnum, el dios alfarero.

Jnum, a diferencia de Ptab, que había creado a los seres vivos con el pensamiento, llevó a cabo su actividad creadora con ARCILLA, modelando a un hombre con todos sus órganos dando forma a la imagen. Jnum realizaba dos modelos de la figura humana, uno para el cuerpo humano y otro para el ka (el espíritu), que sobrevivía al cuerpo físico después de que este hubiese muerto. Una vez modeladas estas dos entidades salían del vientre materno, nueve meses después bajo la forma de un bebé recién nacido.

Preparativos para la eternidad. Los antiguos egipcios creían que para acceder al más allá era fundamental preservar el cuerpo tras la muerte. En un principio los cuerpos mortales se enterraban pero con el tiempo se extendió el proceso de embalsamar el cadáver en la tumba.

Además del cuerpo físico (Sak) y del corazón (ib) en el que se creía que residía la inteligencia y los sentimientos, los egipcios creían que toda persona se componía de cinco partes: el ka (espíritu), el ba (el alma), la unión del ka y el ba daría lugar al akb; el rem (el nombre) y el shuwt (la sombra), estos dos últimos componentes tenían propiedades metafísicas destinadas a proteger a la persona.

El ba viajaba por el cielo en compañía de los dioses y era crucial a la hora de preservar la inmortalidad del fallecido, por tener que atravesar el mundo de los muertos, con los peligros que entrañaba antes de poder unirse al ka y convertirse en akb. Este último que se solía presentar como un ibis con cresta, constituía la forma última y más perfecta de existencia a la que podía aspirar todo egipcio, y una vez creado duraba toda la eternidad.

El akb moraba en la vida en compañía de los dioses y el proceso de su formación (ka+ba), dependía de la correcta preparación del cuerpo físico para la vida en el mas allá.

Para los antiguos egipcios solo se podría acceder a la vida después de la muerte si se cumplían tres requisitos:

1º- La perfecta conservación del cuerpo una vez muerto.
2º- El correcto sustento del ka que residía en la tumba absorbiendo las ofrendas dejadas por los sacerdotes y familiares del fallecido.

3º- La pronunciación del nombre del fallecido en las oraciones.

El primer paso para acceder a la vida del más allá, consistía en el proceso de la momificación, destinado a conservar los restos mortales de la persona.

El dios encargado de embalsamar a los muertos era Anubis, que se representa bajo la figura de una persona inclinada con la cabeza de un chacal negro.

La protección de los muertos.- Durante el viaje al más allá, el ba tenía que hacer frente a muchos obstáculos, de ahí que se rodease al muerto con toda clase de amuletos protectores. Uno de los elementos mágicos mas importantes era el PILAR (una columna erguida coronada por cuatro barras entrecruzadas). El origen de este símbolo es desconocido, pero se relaciona en el LIBRO DE LOS MUERTOS con la columna de Osiris, y tenía por objeto dotar de estabilidad al fallecido en el más allá.

Existían además otros tipos de amuletos como los escarabeos o escarabajos que se colocaban sobre el corazón del muerto, en donde los egipcios ubicaban la inteligencia y el centro de la personalidad, de ahí que fuera este órgano el que se pesara en el juicio ante Osiris. El objeto de los amuletos era que el corazón no pesara demasiado por las maldades cometidas en la vida, para que no se volviese contra la persona como testigo en presencia del señor de las cosas.

Después de la muerte, los antiguos egipcios esperaban poder unirse a Osiris, el dios de la resurrección y del mundo de los muertos, el único a través del cual se podía acceder a la inmortalidad.

Se le solía representar envuelto en vendas como una momia con los atributos de la realeza: el báculo y el mayal, símbolos de su condición de soberano de la Tierra; padre de Horus, con el que todos los faraones se identificaban, se le conocía como “El eternamente incorruptible” y con el epíteto de “El adelantado de los occidentales”.

Se le menciona por primera vez en la Dinastía V (2500-2350 a. de C.), y era una figura importante en la mitología de Heliópolis, en donde Ra venía a ser la divinidad mas importante. Existió alguna rivalidad entre ambas divinidades, tan importante en el mundo de los muertos, pero tal como se desprende de una referencia en que aparecen ambos abrazados, indicaba que se convertían en almas gemelas.

El papel de Osiris en la mitología egipcia era complejo, pues a pesar de que se asociaba con la vida en la Tierra, como dios de la fertilidad y de la agricultura, también se identificaba con la muerte. Era el señor de los muertos, gobernaba el mundo de los difuntos, como una de las divinidades más importantes. Se le rendía culto en todo Egipto como protector de los muertos, guardián de las necrópolis y garante del regreso a la vida. Tan importante era la unión entre el alma de las personas y Osiris, que en las inscripciones funerarias el nombre del dios aparece como prefijo del nombre del propio fallecido.

Por otro lado, se le consideraba un dios justo y se decía que todos aquellos que llevasen una vida impecable se reunirían con él en el más allá. Pero hasta la conciencia más virtuosa tenía que demostrar su valía, de modo que cuando se introducía el cuerpo en la tumba, el ba tenia que superar una serie de pruebas antes de alcanzar su objetivo, la dicha espiritual en el más allá.

El duat.- La visión que tenían los antiguos egipcios del más allá, se inspiraba en la tierra de los vivos. Así, había un río con arena en sus orillas en clara analogía con el Nilo, el cual discurría por una llanura en medio de montañas con un nuevo elemento, una estrecha garganta situada en el extremo occidental por la cual el dios del Sol accedía al lugar donde concluía el día y los humanos llegaban al final de sus vidas.

Los antiguos egipcios estaban bastante familiarizados con el mundo de los muertos, pero ello no impedía que para el ba recién llegado, representara un terrorífico acumulo de obstáculos.

La topografía del duat incluía accidentes naturales como lagos, desiertos e islas, así como un túmulo de donde salía una cabeza conocida como la carne de Isis, al aproximarse el alma del muerto.

El trayecto estaba plagado de demonios con nombres como “El que mira hacia atrás y procede del abismo”, los cuales tenían por objeto impedir el avance del alma con ayuda de bastones, lanzas y redes. Para protegerse de ellos el alma tenía que conocer sus nombres secretos. En los textos funerarios aparecen mapas del mundo de los muertos, así como los conjuros necesarios para salir airoso de sus obstáculos. En ellos se descubría también el destino de aquellos que se hallaban a la espera de ser juzgados por haber sido enemigos de Ra: la decapitación, el desmembramiento o el ser quemados vivos o sumergidos en una caldera de aceite hirviendo.

Igual que el dios Sol en su viaje nocturno, el ba tenía que atravesar el duat, hasta que le llegara el momento de volver a la vida. A diferencia de Ra que no sabía su destino hasta el fin de la noche, el ba descubría su destino en la sexta puerta en donde se encontraba Osiris, sentado en su trono en la SALA DEL JUICIO, flanqueado por las diosas Isis y Neftis. En su presencia se pesaba el corazón del muerto con el contrapeso de la pluma de Ma’at, la diosa de la verdad, el orden divino y la justicia. Una vez pesado, Anubis, comprobaba el resultado y Thot, el dios de la sabiduría y de la noche, dejaba constancia escrita del mismo.

Mientras tanto, el muerto proclamaba su inocencia de tal o cual crimen, en una ceremonia ritual conocida con el nombre de CONFESIÓN NEGATIVA.

A continuación el ba tenía que comparecer ante un tribunal compuesto por cuarenta y dos dioses asesores y dirigirse a cada uno de ellos por sus respectivos nombres. La confesión negativa proporcionaba una inmunidad total al ba. “No me sobrevendrá ningún tipo de mal en esta Sala de Justicia, porque conozco los nombres de todos los dioses que están en ella.”

Si la balanza se decantaba por el lado del corazón, quería decir que el alma estaba cargada de mucha maldad y perdía toda posibilidad de redimirse. Ahora bien, si se inclinaba hacia el lado de la pluma de Ma’at, EL ALMA SE SALVABA.

Debajo de la balanza se encontraba el temible AMAT, el “devorador de los muertos condenados”, un temible monstruo con cabeza de perro o de cocodrilo, patas de león y parte trasera de hipopótamo, a cuyas fauces iba a parar el corazón de los muertos dominados por el mal.

Civilización Semítica 

Para la creencia de los semitas, la persona cae en una muerte transitoria y el poder de Dios volverá a la vida al hombre en su totalidad, -cuerpo y alma-, ya que ambos forman un todo indivisible.

Los Semitas descienden de los primeros habitantes del Antiguo Testamento, Adán y Eva, más concretamente de su hijo de Noé, Sem. Pero estos primeros habitantes creados por Dios son de tipo simbólico, y las respuestas del Génesis, al no ser científicas a muy pocos les sirven hoy en día; y suponemos que tampoco les servirían a la sociedad medieval, por no tener nada de doctrinales. Los teólogos nos vienen a decir, que no existiendo pruebas ciertas, nos es más útil la oscuridad con la que el Señor ha querido que quedásemos Sobre este punto. Dios, no encontrando otro medio mejor, elige una fórmula asequible a todos los hombres, expresándose a través de una historia y de unos hechos alegóricos que encierran todo el problema del bien y del mal, sobre el que gira todo el Génesis.

Según el Génesis, Caín después de matar a su hermano y sufrir el castigo de Dios, anduvo errante sobre la tierra y se asentó al este del Edén, aquí conoció a una mujer y tuvo una descendencia que se inicia con su hijo Enoc. El Génesis la termina con los hijos de las dos mujeres de Lamec, sin que se vuelva a hablar más de ello, pasa al tercer hijo de Adán, Set. Había que pensar que si sus padres fueron los primeros habitantes, ¿de dónde salió la mujer de Caín? Pío XII, en su encíclica HUMANI GENERIS, dejó sentado de una vez por todas, que nadie impide la existencia de materia viviente anterior a la creación del hombre y por lo tanto la existencia de otras personas.

Adán conoció a una nueva mujer de la que nació su hijo Set, para contrarrestar la pérdida de Abel. Set inicia una descendencia con su hijo Enos; después de 20-30 generaciones Enoc engendró a Matusalén, este engendró a Lamec y cuando tenía ciento ochenta y dos años engendró a Noé, que tuvo tres hijos: Cam ,Sem y Jafet. Noé es conocido por la aventura de los animales para salvarlos del diluvio universal. Su simbolismo gira en torno a la salvación para el hombre. Luego vendrá el destierro y su liberación como símbolo de la futura humanidad, su caída en pecado y la liberación por obra de la Gracia. Egipto simboliza el destierro al que los hombres seguimos sometidos hasta el paso del mar Rojo, con el bautismo que nos libera por la Gracia de Dios.

Cuando desapareció el diluvio, Noé dejó la barca en la cima de los montes de Aralat y se dedicó a cultivar la tierra y a fabricar el vino. Al no conocer sus efectos, se embriagó y quedó desnudo en medio de su tienda, al verlo Cam y su hijo Canaán se burlaron de él, mientras que sus otros dos hijos, Sem y Jafet lo cubrieron con una manta. Al recobrar la razón, Noé maldijo a Cam y a su hijo Canaán y los castigó con ser siervos de Sem y Jafet, pero desobedecieron a su padre y se desplazaron a la tierra de Canaán, en donde iniciaron una gran descendencia conocida con el nombre de cananeos.

Nos interesa por lo tanto la descendencia de Sem conocida con el nombre de los SEMITAS. La descendencia de Sem se inicia con su hijo Arfaxad y a la octava generación nació Najor, padre de Teraj que a los setenta años engendró a Abrahán, la genealogía de Abrahán parte de Sem, era por lo tanto un semita. Semitas fueron todos sus descendientes, Isaac, Jacob etc. este al hacer con Dios la alianza le cambia el nombre por el de Israel, llamándose desde entonces israelitas, antes han de pasar por Hebron de ahí el nombre de hebreos con que también se le conocen.

Los semitas emigraron desde la Mesopotámica, su lugar de origen a Canaán en donde se establecieron. En la Mesopotamia eran seminómadas que se dedicaban al pastoreo de ovejas y camellos, estaban divididas en tribus dirigidas por el hombre más anciano de sus miembros: EL PATRIARCA. Una de esas tribus se dirigió remontando el río Eufrátes hasta Harran. De esta tribu salió el hijo de Teraj: ABRAHÁN, que encontrando dificultad para el pastoreo, tal vez por inundaciones, tuvo la inspiración de su fe monoteísta en el siglo XXI antes de Cristo, hizo la primera alianza con Dios y este lo envió a Hebron en Canaán, en donde según el Antiguo Testamento hizo la segunda alianza con Dios y creó una familia.

Abrahán consiguió ser nombrado el patriarca de la tribu, que al fundirse con otras tribus de Palestina y al tener de nuevo dificultades para el pastoreo, ahora por sequía ya que Hebrón está situado al norte del desierto del Neguet, en pleno desierto de Judea, hacia el año 2.000 antes de Cristo, invadieron Egipto.

En Egipto, Sara, a la que Abrahán llamaba su hermana para que no lo mataran por la belleza de su esposa, que viéndola tan hermosa, los jefes del faraón la llevaron a su presencia para que este la hiciera su mujer.

Al enterarse el faraón, que Sara era la mujer de Abrahán, se la entregó y le dijo que se alejase fuera de Egipto y regresó a Hebrón, aquí tuvo otra alianza con Dios que les prometió esa tierra a sus descendientes. En Hebrón están los sarcófagos de Abrahán, de Sara, de Isaac y de su esposa Rebeca, así como los de Jacob y su esposa Lía.

Aquí se separaron Abrahán y su sobrino Lot, este paso al este a la hoya del Jordán y Abrahán al oeste a tierra de Canaán.

Los israelitas volvieron a Egipto, a nosotros se nos indica que los hebreos llegaron a Egipto con el relato bíblico-simbólico de José y sus hermanos, hijos de Jacob, dando lugar al establecimiento de núcleos hebreos en Egipto.

Egipto simboliza el destierro, son castigados por Dios por alejarse religiosamente de su ley, permanecen allí 400 años, hasta que el faraón Ransés II los expulsa y Moisés y posteriormente Josué después de muchas vicisitudes y de andar errantes por el desierto de Sinaí, los retorna a su tierra prometida. Moisés con la Torá reforma y legisla la nueva religión del judaísmo que la había iniciado Abrahán.

El año 70 después de Cristo fue destruido el templo de Jerusalén por el emperador Tito que había reconstruido Herodes el Grande sobre el antiguo templo de Salomón, a partir de entonces el culto del templo (sacrificios) fue sustituido por el culto de la sinagoga (plegarias) que ya había sido instituido en Babilonia a raíz de la caída del reino de Judá.

Hay que distinguir la Ley escrita y la Ley oral, para los judíos la Biblia corresponde en lo esencial a lo que los cristianos denominan Antiguo Testamento, se divide en tres partes: La Ley de Moisés o Pentateuco (La Torá), los profetas y la hagiógrafos.

La Torá y los demás libros de la Biblia constituyen la Ley escrita. La Ley oral se remonta también a Moisés, es un complemento de la Torá, estas enseñanzas transmitidas por vía oral de generación en generación fueron puestas por escrito por el rabino Yéuda ha –Nasí 200 años después de Cristo, al conjunto de tales comentarios se le denomina Talmud.

Para los semitas como hemos dicho cuerpo y alma forman un todo indivisible. Cristo al renovar el Antiguo Testamento, su renacimiento religioso se inspira en el pensamiento religioso de los semitas, Ahora bien, ¿Estaban los semitas en posesión de la  verdad para asegurar que cuerpo y alma son indivisibles?, además semitas descendientes de Sem, son todos los hebreos ya que aunque Abrahán era caldeo, su genealogía parte de Sem y su tradición era la de un semita a pesar de que su familia era originaria de Ur (Caldea) y en su larga historia el pueblo de Israel pasó por la creencia de diversos pensamientos religiosos tanto monoteístas como politeístas.

Los doctores de la iglesia actual, nos dicen, que el cuerpo resucitado de Cristo, no hay que entenderlo según las mentalidades helénica y egipcia, como si se tratase de un cuerpo terrestre contra distinto del alma espiritualmente transformado, sino en mentalidad semítica, que nos habla de un “cuerpo pneumatico” de los resucitados en oposición al” cuerpo psíquico “de los terrestres.

Pneuma significa principio vital de los seres vivos, que con el cristianismo fue adquiriendo un sentido similar al de espíritu.

El término fue creado por los filósofos griegos y desarrollado por la escuela del Estoicismo, que designaban cuerpo a toda persona que pueda tener una existencia supraterrestre, celestial, pneumática. Cristo resucitado es el mismo que Cristo terrestre pero en una plenitud de existencia que se asemeja, bajo cierto aspecto a la existencia propia de los espíritus.

La existencia de Cristo resucitado es corporal pero sin la limitación de los cuerpos extensos. Su presencia no está ligada a ningún lugar determinado, de ahí que hablemos de la PRESENCIA DINÁMICA DE CRISTO RESUCITADO.

Esta es la presencia misteriosa de Cristo Resucitado. Si en los días siguientes a su Resurrección aparece restringida su presencia al ámbito de su Madre, de Maria Magdalena y de los apóstoles, sucedía por intención pedagógica de dar a entender el modo de la nueva presencia.  Fin.

Aquiles, (1250 antes de Cristo). Su madre la diosa ninfa del mar Tetis, condujo a su hijo Aquiles de niño al Estigia, el río que envolvía al mundo de los muertos y cuyas aguas tenían la virtud de conceder la inmortalidad y lo sumergió entero a excepción del talón, por donde lo tenía sujeto su madre, punto débil éste que con el tiempo había de tenar consecuencias fatales.

En la guerra de Troya, al llegar a la ciudad amurallada, destruyó el templo de Apolo y le cortó la cabeza a la estatua del dios que lo presidía. Haciendo caso omiso a sus soldados, que no comprendían por qué Aquiles no creía en los dioses y empleaba su furia contra un dios tan poderoso como Apolo.

El dios al final de la guerra, se vengaría. Paris príncipe de Troya arrojó una flecha envenenada sobre Aquiles, que el dios Apolo la guió hasta el talón, único punto vulnerable de su cuerpo.

Murió en la guerra de Troya como le había pronosticado su madre:” si vas a la guerra, no volverás ya que tu gloria y tu maldición caminan juntas hacia la muerte”. Ahora bien, alcanzaras la inmortalidad y por muchos años se hablará de ti. Todos los héroes que acudieron a Troya lo hicieron por ese afán de los mortales griegos de alcanzar la inmortalidad.

Pericles, (495-429 a. de C.). Al regresar Temístocles (general jefe de las tropas atenienses) a la ciudad, tras el triunfo sobre los persas, la Acrópolis estaba en ruinas destruida por los persas, al abandonar los atenienses la ciudad y refugiarse en sus naves en Salamina, Temístocles inicia la construcción de un templo dedicado a la diosa Atenea, (fundadora de Atenas, todo el proyecto de la Acrópolis fue subordinado a su adoración), denominado Hecatompedon, por tener cien pies de largo.

Como el templo se ubicaba fuera del lugar en donde había estado situado el viejo de madera anterior, a los atenienses no les parecía bien y las obras quedaron interrumpidas, hasta que Pericles decidió que era el lugar idóneo para levantar el PARTENÓN.

Al subir al poder Cimón sustituyendo a Temístocles, decidió que el lugar elegido para la construcción del templo de la diosa, sería el que ocupaba el viejo templo anterior. Pericles que le sucede, sin embargo levantó el Partenón fuera del asentamiento del templo prehelénico.

Por tercera vez en la historia de Grecia, un hombre culto con un gran espíritu liberal, Pericles, hizo caso omiso a los augurios de los dioses, y a los fanáticos atenienses que se aferraban, a que la diosa deseaba quedar, en el mismo lugar en donde se levantaba el viejo templo.

 Sócrates, (440- 399 antes de Cristo). Fue condenado a beber la cicuta, por haber quebrantado las tradiciones, por haber honrado a otros dioses que los de la ciudad y por corromper a la juventud con sus enseñanzas. Por entonces desde el 461 Grecia era democrática.

Las últimas palabras que dijo al conocer la sentencia, dirigiéndose al tribunal popular fueron; si la muerte es un sueño eterno como creo, vivir unos años más o unos años menos, no me importa demasiado ya que la mitad de nuestra vida la pasamos dormidos.

Si hubiese vida en el más allá, ¿Se dan ustedes cuenta, lo feliz que me voy a encontrar, hablando con Homero, Heredoto y demás personajes griegos?

Dante, (la humanidad pecadora). (1265- 1321) En el Canto primero, después de invocar al genio de la poesía, Virgilio (la razón), que le ha elevado gradualmente hasta la contemplación de las cosas celestiales, refiere como, guiado por Beatriz, o la Teología, ha podido subir al Cielo desde el paraíso terrenal.

El Cielo igual que el infierno y el purgatorio, Dante lo divide en nueve círculos, siendo el superior el paraíso celestial. Quería decirnos como la naturaleza humana, se adapta solo al segundo círculo; esto es, a la segunda persona, siendo las tres un solo Dios, y como se hallaban unidas las dos en una. Esto también lo dijo luego el papa León I (440-461) que por medio de una Encíclica nos vino a decir, que las dos naturalezas se unen en la figura de Cristo, a un mismo tiempo y sin mezclarse.

Al no haber iluminado mi mente la Gracia Divina, haciéndome conocer como el Verbo Divino, se une a la naturaleza humana.

Pero Dios hacía mover mi deseo y mi voluntad de acuerdo con la suya, de modo que me alegré de que me faltaran las fuerzas de mi fantasía, y me calmé ante la voluntad de Dios.

En el cántico del Paraíso, lo mismo que el del purgatorio y del infierno, termina con la palabra estrellas.

El siglo XX fue un siglo muy complejo en relación a la religión practicada en nuestro país.

 El primer tercio del siglo bajo la monarquía, por tradición la población era católica practicante, e igual más o menos que los antiguos griegos, del cuerpo y alma de la persona, solo consideraban eterna al alma.

A la monarquía le sustituyen unas republicas democráticas totalmente ateas.

 Al proclamar el general Franco la dictadura, se vuelve a practicar la religión cristiana siguiendo los principios religiosos de los semitas (descendientes de Sem), ya que el catecismo que se nos enseña en la escuela y en nuestras casas, se nos dice que las personas resucitarán con su cuerpo y alma que tuvieron, igual que creían los semitas. Para ellos la persona cae en una muerte transitoria y el poder de Dios volverá a la vida al hombre en su totalidad- cuerpo y alma-, ya que ambos forman un todo indivisible. Si resucita el alma debe de resucitar el cuerpo y viceversa, si resucita el cuerpo también resucitará el alma.

Tras la dictadura y a caballo entre el siglo XX y XXI, observando el pensamiento religioso de la población, yo, modestia a parte, escribo cuatro o cinco novelas de aventuras y de espionaje, tres o cuatro decenas de relatos y cuentos gallegos y un drama trágico.

En relación al drama trágico, el autor influenciado por la religión de la antigua Grecia, por los semitas y por Dante, aún cree, tras las encuestas realizadas a la población de los primeros años del siglo XXI, que el alma eterna es la que acude al más allá, tras la muerte de la persona. (Quise ser consecuente conmigo mismo y le hice caso a la mayoría de los encuestados que creen así).

Estoy totalmente convencido, como la mayor parte de la población actual qué, dentro de cincuenta años la población europea en vez de ser laica como en la actualidad (libertad de culto para practicar la religión que uno desee), será atea.

En el drama, su protagonista Carlos, creyéndose culpable indirecto de la muerte de su amada Elisa, intenta suicidarse varias veces, para acudir al más allá y encontrarse con ella y volver a ser allí felices de nuevo; a pesar de que los teólogos a los que acude a preguntarles del más allá, tanto los mayores como los jóvenes, más influenciados por los pensamientos religiosos griego y egipcio, que por sus antecesores religiosos los semitas (Cristo se inspira en la religión de los semitas para crear el cristianismo), les dicen que no intente suicidarse de nuevo, ya que es muy difícil que encuentre en el más allá, a su amada Elisa con el mismo cuerpo y alma que tenía en la tierra, como no ha venido nadie de allá para decirnos como es aquello, solo nos queda la fe.

El protagonista muere por una infección hospitalaria, y en el preámbulo de su muerte manifiesta:

En un principio y por cierto tiempo desde mi subconsciente escuchaba las voces de cómo luchaban los médicos para salvarme, y la preocupación de mis amigos que me acompañaban en la habitación, que temían que mi muerte fuese inminente.

Se me nubló la mente, pero no el espíritu, ya que desde ese momento pasé a situarme en el mundo de las almas. (De aquí en adelante quiero describir, los acontecimientos que viví en mi camino al más allá, tras mi vida terrestre, cuyo comportamiento con el prójimo no fue un modelo a seguir. Me porté mal con todas las mujeres con las que he vivido unas tormentosas relaciones sentimentales, con ello pequé también contra Dios).

No fui yo el primero, ni seré el último, como pude comprobar ante la muerte de alguno de mis pacientes, que una reacciones psíquicas desconocidas, que se producen en la mente de la persona en el preludio de la muerte, inconscientemente a través del mundo onírico, te envían un aviso, no solo para indicarte que te vas a morir de inmediato, sino como va a ser tu tránsito hacia la otra vida.

 Llegó un momento que dejé de percibir toda clase de información desde la habitación del hospital. Me encontré en un lugar tenebroso, en donde no existía fuego, ni luz, ni siquiera una débil claridad. Presentaba planta rectangular de extensión ilimitada, flanqueada por montañas oscuras, azuladas, coronadas por frondosas colinas y una especie de tinieblas cubría toda la depresión entre las elevaciones.

Tenían razón los estoicos, puesto que yo desde ese momento no tenía una extensión terrestre sino espiritual, y mi presencia estaba ligada a un lugar en el más allá, que se me hacía muy difícil de reconocer, con mis humildes conocimientos que poseía como simple cristiano.

Ahora bien, mi presencia en aquel lugar era dinámica, no encontraba nada somático en mí, solo que existía en forma de espíritu. Debí de desplazarme envuelto en aquella neblina en medio de millones de almas, que como la mía caminaban hacia el este. No existía ni día ni noche y como las horas no contaban, no pude calcular el tiempo que anduve errante por aquel espacio casi infinito.

Por fin llegué a una especie de paredón que me impedía seguir adelante. Me acerqué y pude divisar una puerta enfrente de donde yo me hallaba. Tras un tiempo indeterminado la puerta se abrió, y una voz misteriosa como si saliera de una sima, me indicó que pasase. Crucé la puerta y a mi izquierda observé a una figura fantasmagórica. Vestía un hábito morado y portaba una barba blanca que le llegaba a la cintura. Enfrente de mí se extendía un lugar oscuro que yo comparé con el de la noche en la tierra, sin estrellas ni luna que me alumbrasen.


Con la mirada fija hacia la figura, grité con todas mis fuerzas ¿Dónde estamos? Al no recibir respuesta alguna, le repetí con más énfasis la pregunta ¿Dónde estamos? Tampoco recibí contestación. Ya encolerizado por su silencio que me angustiaba, cambié la pregunta y le dije: ¿Qué es esto? Ahora la aterradora voz de la figura me contestó, esto es “LA ETERNIDAD”.