domingo, 7 de diciembre de 2014

Prisciliano.- Las herejías del siglo IV

 Si existen dudas de que los restos del Apóstol Santiago, son los que se conservan dentro del Sepulcro de la cripta de la catedral de Compostela, más controversias genera entre los versados en la historia antigua cristiana gallega, que sean los de Prisciliano, debido a lo siguiente: Por lo ocurrido tanto en los cismas de Oriente como de Occidente que se produjeron en el siglo IV y por lo que nos cuenta Vicente Risco, historiador muy instruido en la historia antigua de los primeros cristianos en Galicia.

En el siglo I después de Cristo, la creencia en la resurrección de los muertos, trajo consigo la construcción de los cementerios. Estaban situados en las afueras de los castros y ciudades celta-romanas. En un principio eran privados, (enterraban a los muertos en el jardín de su casa), pero a medida que iba en aumento el número de cristianos, se fueron haciendo públicos. Estructuralmente eran simples tumbas, situadas a muy poca profundidad, con lauda e inscripción de las personas que reposaban en ellas, con edículo o capilla en la superficie cuando cobijaba a personas importantes. A veces bajo el edículo situaban criptas, con sepulturas múltiples alineadas en los muros laterales en nichos rectangulares.

Por temor a que las tumbas fuesen profanadas o por cuestiones de higiene, los cementerios superficiales se fueron transformando en necrópolis subterráneas, dando lugar al segundo monumento funerario del arte paleocristiano: las catacumbas.

No sabemos a ciencia cierta si Prisciliano fue sepultado en un camposanto público o en un cementerio privado.

Los partidarios de que el cadáver decapitado que está dentro del sarcófago en la cripta de la catedral compostelana es el de Prisciliano, se apoyan en que por tratarse de un hereje, los ortodoxos cristianos no permitirían enterrarlo en un camposanto. Entonces, a sus discípulos no les quedaría otra opción que depositar su cuerpo dentro de un sepulcro bajo tierra en un campo (Compostela) y levantar sobre la tumba una pequeña capilla exterior, construcción muy frecuente en tiempos de los primeros cristianos, alzada sobre sepulturas de personas importantes. Al tardar tres o cuatro siglos en encontrar la tumba, (año 818 d. C.), al deteriorarse la capilla, se convertiría en un simple montón de escombros, cuyos restos afloraban en lo que era por entonces el bosque de Libretón.

El emperador Constantino el Grande, una vez que se hizo con el poder absoluto del Imperio romano; el año 3l3 por un simple Edicto promulgado en Milán, dio libertad de culto en todo el Imperio, reconociendo a la iglesia cristiana y convirtiendo al cristianismo en su propio culto. Como el paganismo no desapareció del todo, por cierto tiempo se mantuvieron los dos cultos y el Emperador al amparo de la iglesia cristiana, continuó ostentando el título de Máximo Pontífice, afianzándose como jefe del clero pagano.

El emperador Teodosio el Grande, por un Edicto publicado el 8 de noviembre del año 392, elevó al cristianismo a iglesia oficial del Imperio romano, prohibiendo todo culto pagano.

Esto dio lugar a que los cristianos se hiciesen con el poder religioso del Imperio romano e incluso con el poder político. Libres de trabas y persecuciones comenzaron los patriarcas de Oriente, a interpretar las naturalezas de Cristo y su Doctrina de distinta manera, aparecieron así una serie de doctrinas como el arrianismo, el monofisismo y el nestorianismo, conocidas como los cismas de Oriente y que la iglesia no tuvo otra elección que considerarlas herejes. En Occidente sucedió una cosa similar y las herejías ocuparon sobre todo la Aquitania al sur de Francia y la parte noroeste de la península Ibérica.

En el año 323 surgió el primer cisma en Egipto, conocido con el nombre de arrianismo, por defenderlo Arrio, un presbítero de una de las iglesias de Alejandría. El arrianismo negaba la divinidad del Verbo. Mientras que para los cristianos el Verbo, hijo de Dios, es verdaderamente Dios lo mismo que el Padre. Según Arrio el Verbo solo posee una divinidad secundaria o subordinada; el Verbo no es realmente Dios, eterno, infinito y todo poderoso.

Constantino el año 325 convocó el concilio de Nicea para condenar la herejía de Arrio, y declaró un símbolo que definía la auténtica fe cristiana: “Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos, Dios de Dios, luz de luz, engendrado, no creado etc.…El credo cristiano.

La segunda doctrina herética o segundo cisma de Oriente fue el monofisismo, que partió del consejero religioso de la corte de Constantinopla, Eutiques, y la defendía el patriarca de Alejandría, Diásporo, apoyado por la escuela de teología de Alejandría. Según ellos, de las dos naturalezas de Cristo, siguiendo el misticismo egipcio, solo tenían en cuanta la Divina, sin darle importancia a la humana. Cristo era Dios Divino y Sobrenatural y no hijo de Dios hecho hombre en la tierra.

La doctrina del monofisismo encontró fuerte oposición en Antioquia, y el patriarca de Constantinopla, Nestorio, adicto a la escuela de teología de Antioquia, proclamó: que Maria no era la madre de Dios, sino madre de Jesús como hombre y sus partidarios apoyándose en el racionalismo griego, llegaron a no ver en Cristo mas que un hombre inspirado por Dios, y de las dos naturalezas de Cristo solo reconocían la humana.

La Santa Sede consideró heréticas a estas dos últimas doctrinas. Para condenar al nestorianismo el año 431 convocó un concilio en la ciudad de Efeso. El concilio fue muy positivo para la iglesia ortodoxa de Cristo ya que sus partidarios, tras el concilio no tuvieron otra opción que emigrar a Persia en donde los sasánidas crearon un pequeño reino nestoriano; a la India y a China extendiendo por sus territorios la doctrina condenada por la iglesia de Roma.

Desaparecido del Imperio el nestorianismo, quedaba el monofisismo, exaltando mucho la Divinidad y la Sobrenaturalidad de Cristo, muy difícil de combatir por la iglesia de Roma, ya que muchos de los cristianos de entonces consideraban la naturaleza Divina de Cristo muy superior a la humana. Aún así no fue obstáculo para que la iglesia de Roma, considerase a la doctrina como herética y la condenase en el concilio de Calcedonia, una vez fallecido el emperador Teodosio II el año 450 después de Cristo. Allí multitud de prelados y doctores de la iglesia, acordaron en el concilio el año 451, la siguiente definición en relación a las naturalezas de Cristo “El Verbo divino hijo unigénito de Dios, nacido de la Virgen Maria, en cuanto a su naturaleza, presenta dos naturalezas, sin mezcla ni confusión, sin separación ni división”.

El mismo Pedro y demás Apóstoles nos venían a decir: que ellos veían que Jesús, comía y bebía como cualquier hombre, pero que hacía cosas sobrenaturales que no estaban al alcance de cualquier hombre. El concilio fue un auténtico fracaso y la doctrina que actuaba en Egipto y Siria como iglesia soberana, se siguió practicando igual que antes del concilio, desde que el emperador Teodosio II hijo de Arcadio la había reconocido como iglesia oficial del Imperio romano. Se extendió por la mayor parte del territorio del Imperio bizantino, llegando a la corte de los sucesores de Teodosio que la siguieron manteniendo como iglesia oficial del Imperio romano de Oriente, Originando graves perjuicios a la iglesia de Roma.

Viendo que el monofisismo se imponía cada vez más, el papa León I (440-461) se alzó contra la doctrina sacando a la luz una Encíclica, viniendo a decir: que las dos naturalezas se unen en la figura de Cristo a un mismo tiempo sin mezclarse: Dios verdadero, hombre verdadero; Dios perfecto, hombre perfecto etc.

Tampoco fue suficiente la Encíclica del Papa León I, a pesar de ser uno de los más grandes papas con que contó la iglesia de Roma, fue canonizado como Santo y se le conocía como San León I el Magno.

Los monofisistas le contestan al Papa, presidiendo la mayor parte de las iglesias cristianas de Oriente, con crucificados en donde aparecía Cristo en la cruz vivo, con rostro alegre generalmente con barba, coronado como rey de reyes, vestido con una larga túnica hasta los pies, ceñida a la cintura por un cíngaro y con los pies desnudos separados en el supedáneo de la Cruz. A esta representación de Cristo en la Cruz, se le vino a denominar Visión Triunfalista de Cristo o Dios Divino, ya que al ser sobrenatural que todo lo puede, no sufriría en la Cruz. De ahí que lo coronan confiriéndole un gran poder y lo visten con una túnica como símbolo de pureza, sin signos de sufrimiento en el rostro y con los pies desnudos-descalzos separados en el supedáneo de la cruz como símbolo de humildad y pobreza. El monofisismo por lo tanto siguió como iglesia oficial en Oriente hasta que el emperador Constantino IV (654-685), para no perder la potestad de intervenir en la elección del papa, lo repudió, desapareciendo oficialmente para siempre, reconociendo la supremacía del papa; y el Imperio repartía el poder, quedando el temporal en manos del emperador y el espiritual en la persona del papa.

Los cismas no se limitaron a Oriente, aun con menos consecuencias para la santa Sede, también existieron en Occidente. En relación a la antigua Gallaecia, que es la que nos interesa. En el siglo IV en Oriente en donde se encontraba el centro de la cultura, los cristianos habían extendido una doctrina esotérica (oculta, secreta), que no se le comunicaba más que a los elegidos (Pneumáticos o espirituales), su objeto era intentar explicar el sentido oculto de los libros sagrados y de los dogmas del cristianismo. Esta doctrina se denominaba en griego” Gnosis”-conocimiento en el gnosticismo y corrientes afines, saber absoluto, superior al saber vulgar, reservado a los iniciados-. De aquí nacen una multitud de ideas heréticas, que acarrearon una gran perturbación al seno de la iglesia.

Los sistemas de Cerinto, contemporáneo y rival de San Juan, al que se le atribuye también el libro del Apocalipsis; de Meandro y de otros explicaban el origen de los seres por emanación de la sustancia divina. Y en Persia Manes, transformó la doctrina de Zoroastro conocido también por Zaraustra, -reformador religioso iraní que propagó su doctrina por todo el Irán, que Según la leyenda murió asesinado-. La doctrina de Manes (que también murió crucificado por orden del rey persa Abraham I) igual que la de Zaraustra parte de la existencia de dos clases de divinidades: dioses y demonios, potencias del bien y del mal. El hombre debía de apartarse de las potencias maléficas, mostrándose puro, y merecer de este modo después de la muerte, la luz y no las tinieblas en un sentido que la aproximaba al Cristianismo; estableciendo la oposición eterna de Dios y el Reino de la luz, por una parte y Satán y el reino de las tinieblas, perturbador de la obra divina por otra. Tal fue el “Maniqueísmo”, que alcanzó gran éxito tanto en Oriente como en Occidente.

Señales de estas doctrinas llegaron a Galicia.

Gnosticismo: sistema filosófico religioso, cuyos adeptos pretendían poseer un conocimiento completo y trascendental de todo. Pretendían resolver todos los problemas relacionados con la divinidad, el hombre y el mundo. Se trataba de un conocimiento intuitivo, mediante una iluminación espontánea y definitiva reservada a ciertos iniciados, y que contenían en si mismo la salvación.”El individuo ha de salvarse mediante la iluminación y no por medio de la fe y de las obras”.

Los gnósticos sentían una predilección especial por la emanación, para ellos la materia es esencialmente mala, esto lleva consigo a que el cuerpo humano sea malo. Los gnósticos cristianos fundándose en esta tesis, negaban los dogmas de la resurrección y de la encarnación. El gnosticismo formaba pequeños grupos de iniciados dentro de las diversas religiones, desde este criterio fue la más peligrosa de las herejías de su tiempo. Tuvo innumerables ramificaciones, una de ellas se desarrolló en la Galicia del siglo IV.

A finales del siglo IV, Filastro de Brescia señala la presencia del gnosticismo en las Galias, en Aquitana y en España. Existían unos sectarios llamados” abstinentes” que despreciaban los alimentos e intentaban separar a los esposos, venían a decir que el alimento y el matrimonio eran obra del diablo. Por eso Filastro les llama gnósticos y maniqueos.

De los escritos de Prisciliano se desprende la existencia en Galicia de una hermandad de “quasi-abstinentes”, compuesta por clérigos, hombres y mujeres solteros y casados, gente devota dedicada a las practicas ascéticas, (vida austera) oraciones y lecturas, que llevaban vestido de penitentes, ayunaban en días que no eran de precepto, se abstenían de carnes y tenían conciliábulos de noche, para interpretar los diversos apócrifos y la escritura, y que predicaban en la iglesia.

Puede que muchas prácticas ascéticas tuvieran tradición también en Galicia: San Epifanio refiere que el apóstol Santiago guardó perpetua virginidad, jamás se cortó el cabello, ni hacía uso del baño, ni de alimento animal y no llevó puesta -mientras estuvo en Galicia,- más que una túnica y un manto de lino.

Tres padres de la iglesia: Sulpicio el Severo, San Jerónimo y San Isidoro, nos dicen que a mediados del siglo IV llegó de la Aquitana a la Gallaecia un Egipcio llamado Marcos de Menfis, maniqueo (maniqueísmo doctrina seguida por los discípulos de Manes, fundada en la coexistencia de dos principios opuestos: el del bien y el del mal) dedicado a las artes mágicas, que fue discípulo de otro Marcos, gnóstico y seguidor de San Valentín, fundador de la gnosis “marcosiana”, descrita por San Ireneo. Marcos de Menfis tuvo por discípulo entre otros a Prisciliano.

A Prisciliano (300-385) lo definen como un” gallego noble y rico, erudito y elocuente, sufridor del hambre y de la sed y sabedor de las artes mágicas”. Lego converso y neófito, comenzó el año 379 a predicar el ascetismo (impone al hombre una vida austera, de renuncia a todas las cosas terrenas y lucha constante contra los instintos carnales. Está inspirado en otro principio: el de la caridad. Es una renuncia a todo aquello que pueda desviar el alma de la perfección evangélica).Y atacar la conducta licenciosa (contraria a las prácticas sexuales) de los clérigos. Su doctrina atrajo tanto a nobles como a plebeyos y sobre todo a las mujeres, que se entregaban a su guía espiritual. A su causa se unieron Instancio Y Salviano y los quasi-abstinentes lo consideraron su jefe y el movimiento ganó a toda Galicia y se extendió por la Lusitana y la Bética.

 El clero se inquietó: Higinio, obispo de Córdoba se quejó a Hydacio metropolitano de Mérida y ambos comenzaron a combatir sin éxito a los priscilianistas.

El año 380 un concilio celebrado en Zaragoza, prohibió predicar a las mujeres (los priscilianistas les habían tocado las fibras más sensibles y que más le dolían a la iglesia: ordenar a las mujeres, que no solo les ayudaban en su labor y en los actos litúrgicos, sino que incluso podían consagrar).

A los hombres les impusieron ciertos sacrificios como ayunar los domingos, caminar descalzos etc. A los clérigos usar el estado monacal, recibir a los excomulgados. No se sabe con certeza si el concilio excomulgó a Prisciliano. El encargado de que se cumpliesen los decretos fue Ithacio, obispo de Ossonoba, en Lusitana.

Higinio de Córdoba se pasó a los priscilianistas e Ithacio lo excomulgó. Instancio y Salviano consagraron a Prisciliano obispo de Ávila. Hydacio metropolitano de Mérida e Ithacio acudieron a los jueces imperiales y obtuvieron del emperador Graciano (367-383) una Orden desterrando a los seguidores de Prisciliano.

Prisciliano y Salviano acudieron a pedir justicia a Roma, fueron rechazados por los obispos San Defino y San Ambrosio y por el papa San Dámaso I (366-384), sin que le permitiesen manifestar al Pontífice, que su doctrina no se apartaba de la Santa Sede, sino que le añadía ciertas prerrogativas que en una península dominada, lo único que hacían era engrandecer la iglesia de Roma; no le escucharon y los obispos se ingeniaron para obtener por medio del Magíster de la Cancillería Imperial, Macedonio, la renovación del rescripto de destierro de Graciano. Por su parte, parece ser que el papa y los obispos no los condenaron formalmente.

Estando en Roma, murió Salviano, Prisciliano retornó a la península Ibérica y el procónsul de Lusitana, Volvencio le permitió instalarse en su diócesis. Con la protección del poder político, los partidarios de Prisciliano reaccionaron contra sus enemigos, Ithacio tuvo que huir, apelando al emperador, pero Macedonio lo mandó prender.

Mientras tanto en Roma, el usurpador Magnus Máximo (383-388), derrocó a Graciano. Teodosio, el general de Graciano se desplazó a Occidente y pudo destituir a Máximo el año 388, colocando emperador al hermano menor de Graciano, Valentiano II, pero durante esos cinco años que Máximo fue emperador, Teodosio le cedió las Galias y España. Ithacio acudió a Máximo que remitió la causa primero al Sínodo (Concilio de los Obispos) de Burdeos y después a pesar de las protestas de San Martín de Tours, al prefecto Evodio.

De todas formas, a Prisciliano no lo juzgó el clero, lo juzgó el poder político del emperador, teniendo en cuenta las acusaciones de la Santa Sede.

En el Tribunal, Prisciliano y sus compañeros fueron convictos de delitos comunes: hechicería, maleficio (que desde Diocleciano, condenaban las leyes romanas con pena de muerte), conciliábulos obscenos, orar desnudos, etc. Evodio remitió las actas al emperador, que abrió nuevo juicio, que se llevó a cabo en Tréveris, residencia oficial de Máximo.

Prisciliano fue condenado a muerte el año 385 y decapitado en Tréveris, junto con algunos de sus clérigos y diáconos. Sus enemigos no gozaron de su triunfo: Ithacio, fue excomulgado, depuesto en el año 389 y desterrado por Teodosio y Valentiano II, e Hydacio tuvo que renunciar a la dignidad episcopal.

Sus seguidores,-nos dicen-, que aun recibiendo amenazas de Roma, recuperaron el cuerpo descabezado de Prisciliano y lo trajeron a la Hispania y su herejía se propagó por todas partes. Muy pronto la tumba del mártir hereje, se convirtió en lugar de masivas peregrinaciones. La iglesia hizo un gran esfuerzo para terminar con esta tradición, pero no fue la Iglesia la que consiguió que el sepulcro quedase en el olvido, sino la invasión árabe a la Península a principios del siglo VIII.

Recorrí toda Galicia y gran parte de Portugal, en busca de algún escrito que hiciese alusión al lugar en donde fue sepultado Prisciliano. Me parece un sin sentido que sus seguidores eligiesen un asentamiento romano, en el que es de suponer que a finales del siglo IV, se practicaría la religión cristiana ortodoxa, para dar sepultura a un hereje; y que ese lugar fuese el mismo en donde tres siglos antes, Teodoro y Atanasio habían dejado el cuerpo sin vida de su maestro Santiago.

Seria muy importante saber que vestigios halló, dentro del sarcófago del Apóstol el eremita Pelagio, para asegurar rotundamente que la Tumba era la de Santiago. El hecho de que el cadáver estuviera decapitado, no era suficiente, tuvo que encontrar algún objeto propio del discípulo de Cristo, para que su descubrimiento generase crédito en la población de entonces.

Existen además otros sucesos y acontecimientos importantes dentro del mundo islámico En primer lugar los árabes permitían la libertad de culto, en todo el territorio conquistado en la Península. Los mozárabes vivían en medio de los musulmanes y nadie les prohibía practicar su religión. En segundo lugar está el hecho de que los islámicos no llegaron a conquistar el norte de la península Ibérica, desde la Alta Cataluña hasta Galicia. A Compostela concretamente solo llegó el emir Abd al Rahman II, sobre el año 850 y mas tarde el caudillo Almanzor que en la segunda mitad del siglo X, llevó a cabo una expedición de castigo contra los reinos cristianos, pero sus estancias en la ciudad fueron efímeras.

Por lo tanto, sea el sepulcro de Santiago o el de Prisciliano, no quedó en el olvido, como hacen constar algunos autores, con la llegada de los árabes a la Península a principios del siglo VIII. La vía Norte de las peregrinaciones, paralela al mar Cantábrico, no dejó nunca de ser transitada por los peregrinos desde que la Hispanía quedó totalmente cristianizada a finales del siglo III, tanto antes de que llegaran lo musulmanes a la Península como en todo el tiempo que ocuparon su territorio, desde principios del siglo VIII hasta finales del siglo XV, prosiguiendo hasta nuestros días.

La leyenda negativa nos viene a decir: una vez que los reyes asturianos cristianos se hicieron con las tierras de Galicia, para vengar sus herejías, transformaron el sepulcro de Prisciliano en el sepulcro del apóstol Santiago el Mayor, hermano de San Juan Evangelista , hijos del pescador Zebedeo y de Maria Salomé, dotándole de una bellísima leyenda cargada de milagros que justificaran lo imposible, ya que Santiago no había venido nunca a la Hispania, como se demostraba en los Evangelios y en los Hechos de los Apóstoles, ni su cuerpo decapitado por orden de Herodes Agripa, había regresado a Galicia desde Jerusalén en una barca de piedra empujada por el viento.

Ahora bien, algunos libros de entonces no admitidos por la iglesia si que nos hablan de la venida del Apóstol a Galicia, en mi futura conversación con Teodoro en Damasco, un libanés reencarnado en la figura del discípulo de Santiago, me dará suficientes pruebas de cómo fue degollado Santiago y como él y otros discípulos, lo trajeron hasta Galicia, dentro de un sepulcro de piedra en una barca de madera.

Si este no es el Sepulcro del apóstol Santiago, ¿Que objeto tienen las peregrinaciones con miles de personas que plenas de fe, acuden a Compostela a recibir la gracia que desean alcanzar?.


Haré todo lo posible para descifrar el enigma de la venida del Apóstol a la Hispanía romana, no sé como recibiré los conocimientos de tan misterioso acontecimiento, de lo que estoy seguro, es que lograré saber la verdad por boca de alguno de sus discípulos, que vivieron con El la extraordinaria aventura de Evangelizar la península Ibérica. El me narrará las vivencias de Santiago en la Hispania.

No hay comentarios:

Publicar un comentario